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Carlos Semprún Maura

¿Todo bajo control?

Claro. Si es una merienda de negros, una acumulación de compromisos y vaguedades que se anulan mutuamente. Los únicos que tienen un proyecto tan evidente como nefasto son los partidarios de una Europa-potencia antiyanqui

Lamentaba estos días no ser miembro del PP, porque de serlo hubiera podido romper públicamente mi carné para protestar contra la entrada en el PPE del partido islámico turco de Erdogán, primer paso hacia la acogida triunfal del Corán en la Constitución europea. Esto, no sólo es la repanocha en verso, sino que es perfectamente incoherente, a imagen y semejanza de la incoherencia del PPE, ya que son muchos los líderes de este partido “europeo”, y ahora euro musulmán, en haberse manifestado contra la entrada de Turquía en la UE.
 
Se nos dice y repite que el voto favorable, o negativo, a la Constitución europea, nada tiene que ver con la entrada –o no– de Turquía en la UE. Pura filfa, porque los electores no separan arbitrariamente las dos cosas, como hacen “nuestros” dirigentes, porque ambos conciernen nuestro futuro. Un futuro tan incierto que el propio padre de la criatura, Giscard d´Estaing, en una serie de artículos que ha comenzado a publicar en Le Figaro, para defender y explicar su proyecto constitucional, reconoce que tanto “los herederos del impulso fundador (léase, los partidarios de una Europa-potencia), como los que abogan por una zona de librecambio, pueden reconocerse en la Constitución”.
 
Claro. Si es una merienda de negros, una acumulación de compromisos y vaguedades que se anulan mutuamente. Los únicos que tienen un proyecto tan evidente como nefasto son los partidarios de una Europa-potencia antiyanqui. Pero incluso ellos están divididos entre los que opinan que la Constitución permite dicho proyecto burdamente imperial y los que consideran que constituye un obstáculo. Leo en el mismo número de Le Figaro, una entrevista con Mario Monti, ex comisario europeo, quién con humildad que distingue a estos burócratas, afirma que tiene un “plan” para el caso en que el “no” triunfe en varios países. Porque si no hay unanimidad de los 25 miembros, la Constitución se paraliza. Monti propone nada menos que castigar a los países en donde haya triunfado el “no”, obligándoles a repetir referéndum pero con la exigencia siguiente: o votáis “sí”, o se os expulsa de la UE. En nombre de la democracia, no faltaba más
 
En Francia, en donde lo de la Constitución y la entrada de Turquía constituyen peripecias que se valoran esencialmente en relación con la meta principal, las elecciones presidenciales de 2007. Los sondeos dan, hoy, a Nicolas Sarkozy como el mejor candidato de la mayoría, y a François Hollande como el mejor de la oposición. (La visión de Hollande y Zapatero decidiendo el destino de la Humanidad es para morirse de risa.) Y, en el caso de un duelo entre ambos, Sarkozy saldría fácilmente vencedor. Es obvio.
 
Noté que si el domingo por la noche, los medios franceses disimulaban muy mal su mala uva, cabreo y decepción ante los resultados de las elecciones en Irak, hoy lunes, el tono ha cambiado. Hasta se habla de “una lección de democracia”, e incluso “un triunfo para Bush”, y se insiste en que pese a los atentados y a las amenazas terroristas, la mayoría de los iraquíes ha votado contra el miedo. En España, el pasado mes de marzo, ocurrió lo contrario, fue el miedo el que se impuso en las elecciones.

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