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Carlos Semprún Maura

Tras la vida de Malraux

Jueves 26. Llueve. La radio y la prensa anuncian la salida del libro de Olivier Todd, sobre Malraux:André Malraux. Une vie”( Gallimard). Me creía al acecho, fallé. Le Figaro y Le Monde le dedican sus suplementos de libros. Voy a la librería “Equinoxes”, al lado de casa. El “caballero de la triste figura”, o sea, el librero, me dice: “demasiado tarde, acabo de vender los que tenía. Vuelva mañana. Pero como hay huelga de transportes, tal vez sólo tenga el sábado por la mañana”. ¡Pedirme cualquier cosa un sábado por la mañana! Dejémoslo. Su único empleado no tiene coche, ni moto. Va en metro y está en huelga. Los autobuses también. Esto de la huelga de transportes es una enfermedad endémica en Francia. Durante la Semana Santa, la huelga de ferrocarriles y la lluvia permanente fastidiaron las vacaciones escolares y familiares. Volvieron más pálidos que se fueron y con bronquitis. Desde entonces, las huelgas han pasado a los transportes urbanos en las capitales de provincias y en la capital-capital.

El librero de “Equinoxes”, que es un buen librero, no sólo vende algún libro, sino que los lee, no tiene diarios, sólo alguna revista de prestigio: Commentaire, Le Dèbat. De vuelta, paso por la otra librería, que, en cambio, vende diarios, revistas y algún libro. A esta librera la llamamos “la petite dame”, pero nada tiene que ver con Gide. El titular de primera plana de Le Monde, clama: “El juez Halphen acusa a Chirac”. Leo el artículo y resulta que dicho juez ha declarado no poder, legalmente, procesar al presidente, que aquello sería de la incumbencia de la Haute Cour (algo así como el Tribunal Supremo, supongo). O sea que el propio artículo contradice el titulo: el juez Halphen no acusa, abandona. No es lo mismo. Pero, desde hace tiempo, sabemos que el director de este diario, Jean-Marie Colombani odia patológicamente a Chirac, y calculando que se leen los títulos de primera plana más fácilmente que los artículos, mantiene así la sospecha, salvaguardando la “objetividad”. Algunos amigos que trabajan en Le Monde (veis como no soy tan sectario), me dicen que para la dirección de su diario, el modelo es El País. Todo se explica y muy concretamente su odio al Gobierno Aznar y al candidato del PP en las elecciones vascas. Prefieren que gane ETA a Mayor.

Viernes 27. Llueve. La lista de Plans sociaux (despidos) se alarga. Depués de Marks & Spencer y Danone, llega el turno de Moulinex y AOL-Air Liberté. ¿Qué hace el Gobierno? gritan los sindicatos. Retahíla. Una tercera persona, un muchacho, ha muerto de la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob. En el Reino Unido son unas ochenta. Y la Comisión Europea sigue discutiendo si debe mantenerse o no la prohibición de las mortíferas harinas animales. ¡Asesinos! Y no sólo de vacas. La telebasura prosigue su ofensiva triunfante. Está visto que la “liberación sexual” se ha convertido en destape soez.

El otro día, el editor Jean-Jacques Pauvert, encarcelado hace cincuenta y pico años, era un chaval, por haber editado las obras completas de Sade, declaraba por televisión que el erotismo había muerto, sólo existía pornografía y vulgaridad por doquier. Daba ejemplos, no hace falta citarlos, están por todas partes. “El erotismo no es eso, decía Pauvert, muy triste. Ha desaparecido por completo la calidad literaria o visual”. Remedio: ¿vuelta a la censura de antaño y, como antaño, cárcel para los directores de Canal Plus, por ejemplo? Pues no, claro.

Vuelvo a la librería “Equinoxes”. Ha llegado el libro. 700 páginas. Lo husmeo. Habla de Malraux en España. Lo leeré, pero no soy como ciertos críticos y casi todos los miembros de jurados de premios literarios, opino sobre libros después de leerlos.
Sigue lloviendo.

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