Menú
Carlos Semprún Maura

Un púdico velo

La presentadora de televisión parecía molesta anunciando que en los arrabales parisinos un restaurante casher había sido incendiado con los habituales cócteles molotov. No dijo judío, dijo casher, para que no todos se enteraran de qué se trataba, y enseguida añadió que no se sabía ni porqué, ni quién, había cometido dicho atentado. ¿Me lo dices o me lo cuentas?

Desgraciadamente, no es el primero. Desde hace unos cuatro años, son continuas las agresiones contra sinagogas, centros culturales casher, almacenes y restaurantes judíos. Lo nuevo, lo relativamente positivo es que, al fin, se ha roto la omertà, la ley del silencio, y la censura, y que hoy ya no se puede ocultar, se empieza a discutir abiertamente sobre el creciente antisemitismo en Francia. Hasta la muy progre cadena franco alemana de televisión, ARTE, transmitió éste martes un largo reportaje sobre el tema, en el que se pudo ver a “jóvenes franceses de origen magrebí”, es la fórmula oficial, declarar su admiración por Hitler. Como en Durbán, Damasco o Bagdad. Se volvieron asimismo a ver las pacíficas y bucólicas manifestaciones de esta primavera, con sus violencias antisemitas y sus banderas y consignas a favor de Sadam, Hamás y demás organizaciones terroristas. Cabe preguntarse ¿por qué vociferan que Sharon es igual que Hitler, si admiran a Hitler?

Todo esto ha creado un lío padre en la enseñanza, que se añade a su portentosa decadencia educativa. El laicismo en Francia fue una realidad asumida por casi todos, pero con la insidiosa ofensiva islamista, cada día más potente, se ha destrozado. Y la batalla en torno al pañuelo islámico no es más que el símbolo de esta guerra que ya no se puede ocultar. El último caso, ampliamente comentado en los medios, a menudo con intenciones malévolas, para crear el máximo de problemas al gobierno, es la expulsión de dos jóvenes que se negaban a quitarse el dichoso pañuelito en clase en un liceo de Aubervilliers.

Aquí no se trata de fanatismo religioso, sino político, de extrema izquierda, porque es el padre, apellidado Levy para más INRI, quien obligaba a sus hijas a esta provocación, como simbólico insulto a la podrida sociedad occidental, capitalista e imperialista. Está apoyado, el padre, por el MRAP, organización comunista, que se pretende antirracista pero que es antisemita y “propalestina”. Las chavalas, ellas, están en la gloria, Alá les importa un bledo, ya que salen en la tele cada dos por tres. Pero todo ello ha creado un exagerado revuelo, y no todas las reacciones son malas, empezando por la del ministro Luc Ferry, que ha declarado que las autoridades del Liceo de Aubervilliers habían tenido razón.

También en la oposición de izquierdas se oyen voces enérgicas contra el pañuelo islámico en los liceos. Citaré sólo a Malek Boutik, también él, “francés de origen magrebí”, ex Presidente de SOS-Racisme, y reciente directivo del PS, quien ha declarado que ese dichoso velo, pañuelo, o “shador”, no sólo constituye una agresión al laicismo, sino que es el símbolo del sometimiento de la mujer, en la religión islámica. Lo mismo proclaman las jóvenes del novato movimiento surgido en los arrabales “difíciles”, quienes con impertinencia se llaman “Ni putas, ni sumisas” y denuncian la dictadura que sobre ellas ejercen “sus” machos, con la más total impunidad, ya que los diferentes gobiernos se escudan tras el “derecho a la diferencia, y el respeto a la religión”. En un estado de derecho, la ley debería ser ley para todos, y no es el caso, y lo del pañuelo, no es más que un símbolo, y a fin de cuentas no el peor.

En Internacional

    0
    comentarios