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Carlos Semprún Maura

Una enfermedad infantil

De la noche a la mañana ha desaparecido el enraizado odio antiyanqui de la izquierda y de la derecha gaullista. El imperialismo yanqui –el enemigo de la paz, del progreso, de los trabajadores y de las clases medias–, se ha esfumado.

No me refiero a Lenin y su El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, sino a la "Obamanía" que hace estragos en los Estados Unidos, en Europa y en Francia, y que cobra un carácter infantil. Esto es cierto hasta el punto en que durante estos días hemos oído delirantes declaraciones en las que se exigía a Francia que copiara a los Estados Unidos y eligiera a un presidente negro o árabe. Circula un documento en el que senadores y diputados de la mayoría y de la oposición piden que se aplique la discriminación positiva en el Parlamento para dar cabida a senadores y diputados de origen colonial, por decirlo de alguna manera. Es cierto que no los hay, porque Francia es más conservadora que los Estados Unidos, y fue Sarkozy (él mismo de origen cosmopolita), el primero (como Bush) en nombra a varios ministros de origen foráneo. Curiosamente, además, durante estos días aparecen en los platos de televisión un par de negritos –desde luego muy políticamente correctos–que antes no solían salir.

De la noche a la mañana ha desaparecido el enraizado odio antiyanqui de la izquierda y de la derecha gaullista. El imperialismo yanqui –que para todos ellos y algunos más era el enemigo de la paz, del progreso, de los trabajadores y de las clases medias–, se ha esfumado. Incluso Hollywood, ayer monstruo imperialista, se ha vuelto a convertir en la Meca del cine, por ser "obamista".

Se van a llevar un chasco rotundo, nuestros infantiles "obamistas". Primero porque Obama es el "hombre de Wall Street" y no tiene nada de socialista: ningún candidato hasta la fecha ha obtenido tanto dinero para su campaña. Si bien en política internacional podría querer desempeñar un papel similar al de Carter, es muy probable que los conflictos reales no se lo permitan, porque Bush no se ha "inventado" enemigos, estos simplemente existen. Nadie sabe cómo va a reaccionar, y, desde luego, puede hacerlo de manera catastrófica, pero el hecho de haber nombrado al israelo-norteamericano, Rahm Emanuel, como secretario general de la Casa Blanca ha enfurecido a todos los países y organizaciones islamistas y terroristas, que habían aplaudido su elección (junto a Hugo Chávez). De todas formas, y en el mejor de los casos, Obama, será un presidente más y los presidentes pasan y los Estados Unidos permanecen.

En Francia, continúa la oleada de atentados contra las instalaciones eléctricas de los TGV, y, por fin, las autoridades comienzan a mostrar inquietud. No se sabe, por ahora, quienes son los saboteadores, pero su pericia siembra miedo.

En cambio, sí se sabe perfectamente que el Partido Socialista está en plena crisis y al borde de la explosión a pocos días de su congreso. La ponencia de Segolène Royal para dicho Congreso, es la que ha obtenido más votos: un 29%. Pero eso no constituye una mayoría suficiente, dicen sus enemigos. Como Royal ha prometido dar el nombre de su candidato (tal vez ella misma), al cargo de primer secretario, mañana martes lo comentaré en mi próxima carta.

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