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Carlos Semprún Maura

Ventanas sin vista

pese a las suspicacias y envidias hacia el potente vecino, los franceses saben que en política europea e internacional Chirac, sin el apoyo de Schröder, no es nada

Cuando José María Aznar gobernaba España, las autoridades francesas eran promarroquíes. Eso se vio con el asunto de Perejil, por ejemplo, que pese a sus apariencias de vodevil militar, fue un asunto serio. Los marroquíes echaron un pulso a España a ver si tragaba la provocación sin rechistar, y como España respondió al reto, los marroquíes se achantaron. Hoy, Francia apoya al señor Rodríguez, no porqué esté de acuerdo con su “alianza de civilizaciones desaparecidas”, ni con los matrimonios gays, y aún menos la adopción homosexual, sino sencillamente porque el gobierno español es un seguro servidor del “chiraquismo”. Pero el escándalo reciente e inconcluso, de Melilla, y los problemas de la inmigración en general, impulsan sus medios y declaraciones oficiales a observar cierta prudencia. No se atreven a denunciar tan libremente como nosotros la responsabilidad de Marruecos, que lanza a centenares de “subsaharianos” al asalto de las vallas, dispara contra ellos, y cuando han fracasado, los abandona en pleno desierto.
 
No seré yo quien niegue la miseria y la desesperación humanas que se oculta –mal– detrás de las estadísticas, las cifras y las mentiras de las “políticas de inmigración”, ni más generalmente, la pobreza en amplias regiones del mundo y particularmente en África, pero eso no basta, eso no sirve, lo esencial es encontrar soluciones, y no es nada fácil. Las frases rimbombantes en torno a “la ayuda al desarrollo de los países en vías de ... desarrollo”, sólo constituyen un taparrabos al cinismo y al inmovilismo. Porque el problema es urgente, y no existen soluciones “buenas”, o sea que satisfagan a todos, hay que elegir, con pragmatismo, las menos malas, las que ayuden el máximo de gente posible. Pero no se ayuda a nadie, salvo al sultán, al no denunciar la acción de Marruecos, que utiliza la miseria y la desesperación, con claros objetivos políticos.
 
Algo parecido ocurre con Schröder, pese a las suspicacias y envidias hacia el potente vecino, los franceses saben que en política europea e internacional Chirac, sin el apoyo de Schröder, no es nada, y por lo tanto soñaron con una victoria de los socialistas en las recientes elecciones. Ahora, cuando parece que Angela Merkel va a ser la primera Cancillera de la historia de Alemania, se aferran a la ilusión de que Schröder será el ministro de Exteriores de la “gran coalición”. Lo cual constituiría, a todas luces, una mala noticia para la solidaridad democrática internacional. ¡Radical viraje a la derecha en Polonia! Se lamenta la prensa gala, ante la victoria de los católico-conservadores y los liberales en las legislativas y la primera vuelta de las presidenciales. Yo no sé lo que entiende por “derecha”, la derecha francesa, pero el líder del partido liberal, Plataforma Cívica, Donald Tusk, probable futuro Presidente, me parece lo suficientemente reformista como para romper con esos perezosos esquemas. Según leo en la prensa, los motivos de la derrota de la izquierda son esencialmente interiores: una corrupción descabellada y una mala política económica y social. Pero, recordaré a los plumíferos y políticos franceses, que fue esa Polonia “de izquierdas”, la que se alió, hace poco, con Blair y Aznar, a favor de los USA contra el dúo tragicómico Chirac-Schröder, tan antiyanqui y pro Sadam Hussein, y a quien, Chirac, furibundo, creyó poder imponer silencio en las filas. Las cosas no son tan sencillas como ustedes dicen, y no todo es francés, ni siquiera en Europa.

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