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Carmelo Jordá

¿A qué soldado republicano dedicamos la estatua?

No me fío de Carmena ni de Maestre –y no digamos ya de Mayer o Zapata– como para descartar del todo esta versión chequista del monumento.

No me fío de Carmena ni de Maestre –y no digamos ya de Mayer o Zapata– como para descartar del todo esta versión chequista del monumento.
Rita Maestre y Manuela Carmena | Imagen TV

Llevo toda mi vida en Madrid y, desde hace más tiempo del que soy capaz de recordar, tengo una sensación de vacío y de ausencia cuando recorro la ciudad, un reconcome por toda la espina dorsal que me incomoda como una almorrana sangrante, pero que hasta ahora no era capaz de definir.

No es un problema personal: si se fijan bien, verán cómo los turistas que visitan la capital, en lugar de pasearse entre sus calles y monumentos, vagan como desorientados, marchita la expresión, decaídos los ánimos, con una desesperanza gris que intentan apagar a base de selfis, sin lograrlo.

Probablemente ellos no sabrán a qué se debe esa pena, como yo tampoco sabía qué se encontraba en el fondo de mi malestar. Pero hoy lo sé: este Madrid oprimido primero por Franco y luego por el PP se había quedado sin estatua al soldado republicano.

Ha tenido que llegar La Gente al Ayuntamiento para, con su ojo clínico habitual y esa capacidad de gestión sin parangón, darse cuenta de la naturaleza última de los problemas de esta ciudad, que no son ni los desahucios ni los inexistentes niños famélicos –trampas astutamente colocadas por la derechona para despistar a Carmena y los suyos–; tampoco, por supuesto, la limpieza de unas calles que están como los chorros del oro… del que cagó el moro.

No, lo que de verdad necesita Madrid es una estatua al soldado republicano. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta antes?

Ahora sólo queda por decidir a qué soldado republicano dedicamos la estatua. A mí me haría ilusión que fuese a mi abuelo, que estaba ideológicamente ubicado algo a la derecha de Franco, pero luchó por lo que le tocó en suerte y se pasó tres años de guerra por la sierra de Madrid.

De derechas como mi abuelo, o no, pero supongo que por porcentaje lo más probable es que la estatua esté destinada a esos soldados republicanos a los que no quedó más remedio que ir a pegar tiros por el bando que les pilló en su pueblo o su ciudad, quizá el contrario que el del pueblo de al lado, donde estaba toda su familia: hermanos contra hermanos y padres contra hijos, de todo se vio en nuestra terrible guerra.

Incluso es posible que se dedique la estatua a los que sí estaban ideologizados y fueron a la guerra en defensa de unas ideas que creían ver en la República. La gran mayoría intentando implantar en su país una subsidiaria de la URSS, no niego que con toda la buena fe y creyendo que ese horror era lo mejor. Tal cosa y no otra fue, por cierto, la España de la República durante la mayor parte del conflicto bélico, y si no que se lo pregunten a George Orwell.

Aunque, claro, también podría ser la estatua para las bestias sedientas de sangre del bando rojo que tan bien retrataba –como a las del otro lado– Manuel Chaves Nogales en su brutal y maravilloso A sangre y fuego. Lo cierto es que esta no me parece la elección más adecuada, pero no me fío de Carmena ni de Maestre –y no digamos ya de Mayer o Zapata– como para descartar del todo esta versión chequista del monumento.

Eso sí, si la quieren dedicar a los que "defendían la democracia y la libertad", que no se queden en un único soldado republicano y, ya que nos metemos en faena, que pongan a cinco o seis: en todo el Ejército Rojo no debía de haber más que luchasen por eso, y en toda España no creo que llegase ni a la docena. Pero, claro, creer lo contrario es tan romántico y tan bonito, y dará para una estatua tan heroica...

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