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Carmelo Jordá

No son serios, pero van en serio

Puede que ya vaya siendo hora de espabilar del todo, ¿no creen?

Es intranscendente si el salto cualitativo que ha vivido el independentismo catalán en los últimos años se debe a auténtico convencimiento ideológico de sus líderes, a un interés por escapar de la lenta acción de la Justicia o a una combinación de las dos causas anteriores en porcentajes variables, según el sujeto de estudio.

Lo sustancial es que van en serio, que ya iban en serio hace dos o tres años y que no va a llegar un momento en el que eso se solucione con un concierto, unas transferencias o, si me apuran, un cheque aún más en blanco que ese FLA con el que no se financian veleidades independentistas… sino todo lo demás, para que así las veleidades, como los vicios, puedan pagárselas ellos.

Muchos no pensaban eso, durante años en Madrit la opinión pública y los círculos de poder se dividían entre los que defendían la teoría de que estábamos ante un secesionismo interruptus y unos poco que hemos defendido –en inmensa minoría– que este no era el enésimo mordisco al presupuesto y las competencias ni otro malentendido producto de la falta de diàleg.

Pero lo más importante era lo que pensasen Rajoy y la camada de linces de la política con la que trabaja y que le asesoran, y es obvio que ellos esperaban arreglarlo todo con una negociación bajo mano, con unos millones o unos traspasos o un quítame allá ese apoyo parlamentario.

También en este caso es irrelevante si lo creían de verdad o si era más cómodo pensar así y seguir sin hacer nada, esperando cómodamente en el sillón que llegase el día de negociar o de pagar. Sí es importante que parece que la cosa ha cambiado por fin, e incluso se diría que en su enorme torpeza política Rajoy y los suyos han emprendido una serie de movimientos que hasta ahora parecían impensables. ¡Si hasta se ha reunido con Albert Rivera!

Aún queda, no obstante, un último paso que yo creo que ni Rajoy ni la mayor parte de Madrit han dado, y que también es necesario: convencerse de que la forma habitual en la que se rompe una nación no es desde el respeto institucional y el orden, sino desde el delito. ¿Qué puede importarle quebrantar la ley vieja al que quiere imponer una nueva completamente distinta?

De hecho, hacemos grandes aspavientos porque Forcadell se salta el reglamento del parlamento catalán, cuando la misma Forcadell y sus jefes llevan años saltándose las sentencias del Constitucional y la mitad del ordenamiento jurídico español; cuando su intención y la de los que la acompañan es dinamitar nada más y nada menos que los dos primeros artículos de la Constitución, de los que brota absolutamente todo lo demás.

Eso es lo que quieren hacer, eso es lo que van hacer si se lo permitimos y eso, y no "veleidades", es lo que les estamos pagando con nuestro dinero. Puede que ya vaya siendo hora de espabilar del todo, ¿no creen?

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