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Carmelo Jordá

Cataluña: urnas no, pero Franco sí

Lo dramático para cupaires y demás es que, increíblemente, Franco les ha vuelto a ganar, 42 años después.

Lo dramático para cupaires y demás es que, increíblemente, Franco les ha vuelto a ganar, 42 años después.
EFE

Este 18 de julio iba a ser otro más de la larga lista de días históricos que viene disfrutando Cataluña en los últimos años: una comunidad autónoma en la que hay más días históricos que longanizas, y si no se los inventa la autoridad competente.

Todo apuntaba a que una fecha tan significativa como esa iba a ser aprovechada para la exhibición de todos los detalles de la compra de urnas para el referéndum que está llamado a culminar el procés. Pero, ya casi finiquitado el día que el santoral dedica a San Federico de Utrecht, Santa Sinforosa y San Arnulfo, los catalanes siguen sin tener dónde depositar su papeleta independentista.

Por el contrario, este 18 de julio amaneció con algunas paredes de Barcelona empapeladas con el rostro de Francisco Franco, no celebrando esa efeméride histórica que hoy por hoy no tiene demasiada popularidad, sino explicándonos lo fachas y cabrones –con perdón– que son todos los que se oponen a que el pueblo hable y tal y tal.

Que las dos cosas pasen en el mismo día no deja de tener un cierto simbolismo, aunque como todo lo relativo al prusés sea un simbolismo un poco cutre y para menores de edad, porque el dictador Franco sí era capaz de conseguir urnas, y hasta de usarlas: entre 1939 y 1975 hubo en España dos referéndums –en 1947 y 1966–, dos elecciones para lo que se llamaba procuradores en Cortes de representación del tercio familiar y ocho elecciones municipales, en las que se elegían concejales del mismo tercio.

Sí, ya sé que las votaciones del franquismo se parecían a unas elecciones de verdad lo mismo que una democracia popular a un país realmente democrático, pero eso es exactamente lo que los cupaires, los de Esquerra y los más conspicuos pedecatos quieren que sea el glorioso referéndum del 1 de octubre: una encerrona tramposa y trampeada para hacer después lo que a ellos les salga del arco del triunfo.

Lo triste para los indepes es que, gracias a la cartelería que tan inteligentemente han pegado el mismo día del gatillazo de las urnas, resulte tan evidente que Franco sí era capaz de hacer lo que ellos no logran llevar a término. Lo dramático para cupaires y demás es que, increíblemente, Franco les ha vuelto a ganar, 42 años después.

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