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Carmelo Jordá

El pensamiento único… socialdemócrata

Los grandes partidos de España se pelean por ser los más socialdemócratas, los que más sangran a la sociedad, los que más dinero van a gastar.

Más allá del nivel más bien bajo y esloganero que unos y otros exhiben, más allá de los partidos lanzándose casos de corrupción de un lado al otro del hemiciclo como quien se tira bolas de nieve, más allá de los insultos y una agresividad que me parecieron un poco forzadas, lo más destacado del Debate del Estado de la Nación ha sido, un año más, la constatación del hecho de que nuestra clase política está básicamente de acuerdo en que la socialdemocracia es la solución a todos los problemas de la sociedad.

No hay ningún debate ideológico, ninguna discusión sobre cómo afrontar la crisis económica, ni siquiera una mínima diferencia en el análisis de los problemas que afectan al país. Oímos palabras como desigualdad, estadísticas falsas de pobreza y alusiones a las "políticas sociales", la "pobreza infantil" y el "Estado del Bienestar" que en el mejor de los casos suponen mentiras falaces. Están en la boca de todos los portavoces de todos los partidos: no hay nadie capaz no ya de negarlas, sino de matizarlas siquiera.

El momento más significativo de la larguísima discusión de este martes en el Congreso ha sido, sin lugar a dudas, cuando el presidente del Gobierno, líder de un partido que se define a sí mismo como conservador y liberal –o al menos así lo hacía–, ha presumido de que ahora tanto los ciudadanos como las empresas pagamos más impuestos que cuando gobernaba el PSOE.

Ha sido la representación más directa, casi diría que grosera, de cómo los grandes partidos de España se pelean por ser los más socialdemócratas, los que más sangran a la sociedad, los que más dinero van a gastar. Todo en aras del sagrado Estado de Bienestar, al que todo debe ser sacrificado.

Sí, si los grandes partidos son así, está claro que es porque sus gurús encuestólogos les dicen que la sociedad española es socialdemócrata, y probablemente lo sea. Pero la política no es –o no debería ser– sólo un mero ejercicio de lectura de encuestas: puede haber liderazgo, puede haber formación, puedes mostrar que hay otras alternativas y que, encima, son mejores. Puedes, en suma, tratar de convencer en lugar de dejarte llevar por la riada.

Lo que ya es realmente de risa es que encima cada dos por tres te sale el rojerío con lo del pensamiento único –presuntamente es liberal o neoliberal–, blandiéndolo casi como un insulto. Oigan, miren al Congreso, hay pensamiento único, sí, pero tiene poco de nada que no sea la más ramplona y anticuada socialdemocracia.

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