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Carmelo Jordá

La Constituyente excluyente de Pablo

Iglesias y Podemos han resquebrajado todavía más la máscara moderna con la que tratan de tapar su verdadero rostro bolivariano y totalitario.

Iglesias y Podemos han resquebrajado todavía más la máscara moderna con la que tratan de tapar su verdadero rostro bolivariano y totalitario.
Pablo Iglesias | EFE

Coincido con lo que dicen algunos: Podemos no está gestionando bien todo lo relacionado con el 1-O. En primer lugar porque, es evidente, ha supuesto una cierta ruptura del partido en la propia Cataluña, lo que no sé si a corto plazo puede influir en sus votantes o no, pero es un tropezón más en la dificultosa construcción de un partido que, aunque esto aún no se refleje electoralmente, prácticamente no existe en lugares como Cataluña, Valencia o Galicia.

Pero aún me parece más interesante –y peor para los de Iglesias– por el hecho de que está colocando al partido morado ante una realidad que antes o después, espero, les tiene que pasar factura. Una realidad que no es que sean nacionalistas, que no lo son, sino que están dispuestos a cualquier cosa no sólo para aprovecharse de los problemas de la sociedad, sino para hacerlos más agudos si creen que eso puede beneficiarles.

Porque, a ver, que nadie piense que Iglesias está dispuesto a renunciar sin más a un solo metro cuadrado de lo que considera que pertenece a su sóviet –es decir, a sí mismo–. Lo que realmente pretende, en la mejor tradición leninista, es que todo caiga si es preciso para que caiga el Gobierno.

En este sentido, el invento que han anunciado este martes es un ejemplo perfecto del oportunismo ramplón de Iglesias y su camarilla: si alguien cree que una asamblea bolivariana de cargos electos para otra cosa y de la que quedarían excluidos, como mínimo, el 45% de los votantes puede aportar algo a la solución del problema catalán es inusitadamente ingenuo.

A Iglesias hay que reconocerle, eso sí, un arrojo que lamentablemente no se dedica a mejores fines: para intentar hacer desde el segundo partido de la oposición la misma cacicada que Maduro ha hecho desde la presidencia de un sistema dictatorial hay que tener cierta valentía… y probablemente una apreciación un tanto exagerada y ególatra de las propias fuerzas.

Probablemente, la patochada de este martes, que ha sido anunciada como si el supremo y coletudo líder acabase de inventar la rueda, va a tener un recorrido insignificante. Sin embargo, Iglesias y Podemos han resquebrajado todavía más la máscara moderna y democrática con la que tratan de tapar, sin demasiada fortuna, su verdadero rostro bolivariano y totalitario, sus verdaderas intenciones, que pasan por excluir a una parte de la sociedad e imponerle un programa político con un único punto: alcanzar el poder y, una vez allí, hacer todo lo que sea necesario para mantenerlo.

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