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Carmelo Jordá

La emergencia poltronal

Nos vendieron una emergencia social y lo que de verdad tenían era una emergencia poltronal.

Todo el país era –y en buena parte es– un páramo de corrupción, pobreza, desigualdad, niños desnutridos y basura en las calles. La situación llegó a ser tan dramática que no bastaba con cambiar ayuntamientos o gobiernos: había que darle la vuelta a todo, echar a medio mundo de las instituciones y cambiar el sistema hasta que, como diría el mismísimo Alfonso Guerra, a España –con perdón– no la conociese ni la madre que la parió.

Pero el caso es que los salvadores de la patria que nos asustaban con esta dantesca descripción de la realidad llegaron al poder en casi todos los grandes ayuntamientos españoles y resulta que los niños hambrientos se esfumaron; padres, novios, hermanos y sobrinos llenaron los despachos; la desigualdad no es la que dice Oxfam, los desahucios siguen al ritmo lento de antes y de las calles no sólo no se han limpiado sino que acumulan –al menos en Madrid, que luce Ayuntamiento de progreso– una cantidad de basura como no hemos visto nunca.

A pesar de eso, la banda de Iglesias y sus adláteres ha llegado al Congreso de los Diputados, y supongo que habrá mucha gente bienintencionada que esperase de ellos algo más que la exhibición de rencor y mentiras que viene desplegando este partido desde su nacimiento, hace ya casi dos años. Al fin y al cabo, la crisis había sido muy dura para muchos y el sistema daba no pocas muestras de necesitar sangre nueva. Muchos, en fin, se habrán creído lo de la nueva política, lo de "la gente normal" y "los de abajo", y también lo de esa emergencia social que requería no ya un cambio sino un recambio.

Pero ¿qué está haciendo Podemos para solucionar todos estos problemas desesperados, urgentes, tan graves que se supone que son la justificación de su propia existencia? Yo se lo digo: nada, los de Iglesias han presentado una Ley 25 de Emergencia Social que no sólo es ideológicamente nauseabunda, sino que técnicamente es una filfa –presentar una ley económica sin memoria económica es toda una declaración de intenciones– y, además, es principalmente un refrito de cosas que ya están en marcha o aprobadas.

Eso sí, en sólo unas semanas el paso de Iglesias y los suyos por el Congreso ya ha dejado para el recuerdo una denodada lucha… por la poltrona. Primero por los cuatro grupos ilegales que prometieron, no sabemos si desde la ignorancia o la mala fe, a sus socios. La excusa era que tenían que "tener una voz", pero casualmente eso repercutía en pillar una desorbitada cantidad de dinero en forma de subvención.

Y después ha llegado la batalla por estar en la primera fila de los escaños, allí donde la cámara te saca en primerísimo primer plano. Uno pensaba que lo importante en el Congreso era impulsar leyes, participar en los debates, ser la voz de los que te han votado… Pues no, lo que de verdad es esencial es salir bien cuando se retransmita el pleno, quedar elegante y de cuerpo entero en el corte del telediario.

Nos vendieron una emergencia social y lo que de verdad tenían era una emergencia poltronal.

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