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Carmelo Jordá

La Santísima Trinidad de Valenciano

"Elena, tienes que ser tú misma", dice el asesor pasándole la mano por el lomo. Y Elena va y se lo cree.

"Elena, tienes que ser tú misma", dice el asesor pasándole la mano por el lomo. Y Elena va y se lo cree.

Elena Valenciano está en esta campaña como una folclórica, dando to lo que tiene dentro hasta un punto que yo mismo, que tampoco es que la tuviese por sucesora natural de Adenauer, me estoy quedando anonadado.

La cosa llevaba ya unos días rayando a un nivel que hacía pensar que le está haciendo la campaña un enemigo mortal, no sé, Chacón o Madina, por poner un par de ejemplos que se me ocurren. Pero las últimas perlas llegan a tal grado de lo sublime que no pueden ser fruto de una mente malvada, a menos que se tratase de un genio criminal antivalencianista que ni Lex Luthor contra Superman.

Pero no, a nadie se le podría ocurrir, sólo para desprestigiar a un correligionario, algo tan contundente y maravillosamente demoledor como obligarle a decir que en su juventud tuvo como ídolos, sucesivamente, a Jesucristo, el Che y Felipe González. Y por si este viaje del todo a la nada no fuese suficiente, la cándida Valenciano lo remata asegurando que para ella eran "un poco lo mismo".

No seré yo el que le explique a esta señora las diferencias entre el Hijo de Dios -cuya historia conoció por la película Jesucristo Superstar, según ella misma ha admitido, toma Jeroma pastillas psicotrópicas de goma-, el homófobo asesino argentino-cubano y el señor Equis. Y tampoco voy a analizar la profundidad de esa evolución intelectual que empieza en el Gólgota y acaba en los GAL.

No, a mí lo que de verdad me interesa es el mecanismo mental que hace pensar a esta señora, o a uno de los genios que la asesoran, que las estupideces que pensaba de niña -y que en parte sigue pensando- interesan a alguien y pueden darle algún voto.

¿Quién le habrá dicho a Valenciano que le puede salir rentable mostrar en público ese mejunje mental en el que son uno y trino un Jesucristo catarín, un asesino revolucionario y totalitario y el presidente del Gobierno del paro, la corrupción y los crímenes de Estado?

Increíble, sí, y de vergüenza ajena, también, pero ahí la tienen, tan feliz, hablando del CheJesúsGlez: un personaje político-mitológico que supongo se aparecía a sus fieles en el Penta, conocido garito de la Movida madrileña al que la Valenciano iba en lugar de estudiar. Por cierto, vaya un ejemplo para la–juventud–mejor–preparada–de–la–historia.

"Elena, tienes que ser tú misma", dice el asesor pasándole la mano por el lomo. Y Elena va y se lo cree. Lo malo, o lo peor, no es que Valenciano sea ella misma, sino que ella misma sea, intelectualmente, tan poquita cosa…

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