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Carmelo Jordá

La Tonta del Nazi

Allí por donde pasa deja amarga memoria, un rastro de mal gusto.

Allí por donde pasa deja amarga memoria, un rastro de mal gusto.
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Hace unos días nos dejaba Lina Morgan, el típico personaje realmente querido por el público español, una persona por la que teníamos un gran respeto incluso aquellos a los que, como es mi caso, su forma de interpretar y su humor no nos gustaban.

El de la Tonta del Bote fue uno de sus papeles estelares y recordados, pero Lina Morgan no tenía ni un pelo de tonta y su vida es una clara muestra de ello: triunfó como actriz y como empresaria, un doble papel que no suele ser habitual y que no suele dar muchas satisfacciones; pero haciéndose la tonta... demostró una privilegiada inteligencia.

Exactamente lo contrario que otros que -vicio muy español- van por la vida de listos y son unos zotes de tomo y lomo. Pongamos por ejemplo, y sin ánimo de molestar, a Celia Villalobos, exministra, exalcaldesa, experta en Candy Crush y, para nuestro sonrojo, vicepresidenta del Congreso.

Doña Celia tiene la extraña habilidad de meterse en todos los charcos posibles -y en alguno ciertamente imposible-, y allí por donde pasa deja amarga memoria, un rastro de mal gusto, formas impropias de un representante político y un conjunto de prejuicios y pensamientos disparatados que sería ofensivo calificar de ideología.

La última perla ha sido la del "nazi" Franco y los andaluces que se veían obligados a ir a Cataluña, recogiendo el guante de estupidez lanzado por cierta nacionalista catalana que habló de esos "trenes llenos de gente" invasora que respondían a un intento, por supuesto fracasado, de diluir la catalanor de Cataluña, si me permiten la expresión.

La almendra central del exabrupto de Villalobos es que los andaluces tuvieron que dejar su tierra por culpa de Franco, se ve que antes de la dictadura al sur de Despeñaperros los perros se ataban con longanizas de las buenas y los ríos eran de leche y miel. Además, como no damos mucho más de sí, la vicepresidenta del Congreso remata su parrafada llamando "nazi" al dictador, para que se note que ella es más antifranquista que nadie. Pero llamar a las cosas por los nombres que no corresponden no te hace más nada, no suele ser más que prueba de maldad... o de estupidez. Llamar a Franco nazi es como si a Villalobos la llamásemos liberal, para que se hagan ustedes una idea.

Uno cree, modestamente, que la política tiene que ser algo más, que los políticos tienen que esforzarse por subir el nivel y no por bajarlo, que a una estupidez no puedes responder con una estupidez mayor y que, como decíamos, a las cosas hay que llamarlas por su nombre.

Ninguna de estas costumbres parece ser del agrado de Celia Candycrush Villalobos, que, por si no tenía suficientes motes, ahora ha rendido un involuntario homenaje a Lina Morgan transmutándose en la Tonta del Nazi. Lástima que el Congreso no sea un teatro de variedades, en ese caso en lugar de pedirle que se fuera a su casa de una vez podríamos recomendarle un cambio de guionista. Si no le pagásemos el sueldo, igual la cosa nos hacía algo de gracia.

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