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Carmelo Jordá

Libros electrónicos: Cultura tampoco se entera

El Ministerio de Cultura quiere que alguien se lleve dinero de un libro que el autor prefiere dar gratis, ya sea por convicción personal, por interés a la espera de otras formas de remuneración, por esperar así alcanzar una mayor difusión.

El Ministerio que dirige (?) González Sinde muestra en no pocos temas una desorientación más que notable y el mundo de los libros electrónicos no parece una excepción sino otra preocupante confirmación: desde su altisonante Observatorio de la lectura y el libro, se ha lanzado hace poco un Estudio sobre el Libro Electrónico (PDF) que ha logrado casi la unanimidad... en la crítica.

Y la verdad es que la lectura del documento, cuya mera existencia me parece ya bastante cuestionable dado que algún dinero nos habrá costado y poca utilidad va a tener, no resulta sino un tanto descorazonadora, bien sea por la poca enjundia con la que se tratan algunas cosas, bien porque vemos cómo se repiten querencias muy ministeriales pero que uno esperaba que se fueran superando.

Lo primero que me llama la atención es que parece que el documento apuesta, sin mayor profundidades ni cuestionamientos, por mantener el sector poco más o menos como es hoy, no es que yo piense o defienda este o aquel cambio, pero parece muy poco plausible que una revolución tecnológica como la que se avecina en el mundo de la edición pase casi sin consecuencias por las distintas partes del mercado.

Incluso entre sus conclusiones vemos algunos ejemplos de esto que podríamos denominar "nostalgia del papel" como la frase en la que se nos informa de que "la digitalización de contenidos puede ser una herramienta de gran utilidad para seguir vendiendo muchos libros en papel".

Lo más llamativo, no obstante, es la decidida apuesta por los derechos de autor o, mejor dicho, por las sociedades de gestión. Hasta tal punto llega este apoyo que defiende de dichas sociedades, las sgaes correspondientes para que nos entendamos, deben tener "por ley" la posibilidad de "hacer efectivos los derechos de remuneración aún en el caso de que el autor decida regalar su obra o no cobrar".

Dicho de otra forma: el Ministerio de Cultura quiere que alguien se lleve dinero de un libro que el autor prefiere dar gratis, ya sea por convicción personal, por interés a la espera de otras formas de remuneración, por esperar así alcanzar una mayor difusión o, simplemente, porque le dé la real gana. El autor, por tanto, no puede decidir qué se hace y cómo con su propia obra.

¿Es eso una preocupación sincera por los derechos de autor, por la creación y por la cultura? Permítanme que lo dude.

Otro aspecto curioso es que en un estudio de este tipo no se disponga de datos mínimamente actualizados, máximo con lo sencillo que es encontrarlos a través de la propia internet. Para que vean a lo que me refiero se habla del mercado americano y se afirma que "en 2008 [los eBooks] solo representaron el 0,6 % de la cuota de mercado". Los datos del 2009, reflejado que se han triplicado las ventas, no merecieron el honor de pasar a formar parte del estudio.

Lo mejor dentro de este rango de anécdotas reveladoras es cuando dice que "en el caso del libro, tampoco prevé que se produzcan situaciones similares a las acaecidas en la industria musical". Insisto en que no quiero (o al menos no ahora) ejercer de gurú predictivo sobre el tema pero, ¿no es un poco aventurado descartar algo a lo que apuntan no pocos analistas y aún más señales?

En definitiva, un documento en el que, como se dice en uno de los blogs más influyentes sobre la cuestión, "no se abordan problemas y complicaciones que lastran y retardan el desarrollo de la industria editorial digital".

¿Para eso necesitamos un Ministerio de Cultura? No desesperen: también está para subvencionar el cine. Ustedes mismos...

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