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Carmelo Jordá

¡Llamar a los americanos!

La mayoría se conforma con hacer grandes aspavientos, protestar en voz relativamente alta… y esperar que sea EEUU, una vez más, quien asuma el coste

La mayoría se conforma con hacer grandes aspavientos, protestar en voz relativamente alta… y esperar que sea EEUU, una vez más, quien asuma el coste

La terrible guerra civil en Siria está siendo un excelente escenario para que la comunidad internacional luzca la hipocresía que suele ser tónica dominante de las relaciones entre países.

Tras más de dos años de masacres, refugiados y decenas de miles de muertos en una guerra cruel y totalmente catastrófica, un ataque con armas químicas parece haber hecho rebasar la paciencia de un mundo que, hasta ahora, miraba tranquilamente a otro lado mientras los partidarios de Al Asad y sus enemigos cometían cada uno sus propias barbaridades.

No quiero con esto decir que las armas químicas no sean terribles y que su poder aniquilador no deba ponernos en guardia pero, ¿acaso no estaba ya muriendo la gente? ¿Es que la población civil no estaba siendo ya masacrada por los contendientes de ambos bandos?

La indignación, eso sí, tampoco les lleva a un nivel de compromiso o de riesgo muy allá: la mayoría se conforma con hacer grandes aspavientos, protestar en voz relativamente alta… y esperar que sea Estados Unidos, una vez más, quien asuma la mayor parte del coste político, económico y en vidas humanas de una intervención militar que solucione, no sabemos muy bien cómo, la tragedia.

Porque nadie, con la excepción quizá del Reino Unido y puede que de una sorprendente Francia, está dispuesto a gastar dinero, a perder puntos en la batalla política doméstica y, sobre todo, a ver como llegan ataúdes con sus propios soldados dentro: es mucho más cómodo y sencillo esperar que sea Obama el que mande a sus chicos a la muerte o, al menos, el que gaste sus misiles.

No critiquemos sólo a los políticos, por supuesto, esto no es sino el reflejo del pensamiento mayoritario en las acomodadas sociedades occidentales, trufadas de un antiamericanismo y un pacifismo igualmente inanes. Países como Alemania, Francia, Italia y, sobre todo España, cuentan con medios y grupos a los que en ocasiones como esta se les llena la boca de pedir "que la comunidad internacional haga algo" hasta que el único país con la capacidad y la decisión de hacerlo se pone en marcha… y llega el momento de criticarlo.

El grado de estupidez antiamericana llega en ocasiones a ser sonrojante: hace unos días escuchaba a alguien en una radio que, tras pedir una intervención, se mostraba preocupado porque lo hiciesen los americanos, que "esos si van es porque quieren algo".

Lo que no escucharemos será a ninguno de estos lumbreras hacer la más mínima autocrítica por el entusiasmo con el que abrazaron esa "primavera árabe" que iba a acabar con las dictaduras a golpe de tuitazo y de feisbucazo. Pues bien, señores, lo que ha traído la primavera árabe es esto y ahora como ustedes son unos cobardes, para intentar solucionarlo, no queda otra que… ¡llamar a los americanos!

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