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Carmelo Jordá

Maduro estaba verde

Lo malo de cuando le das el poder a alguien como Maduro es que acaba cagándola, como los pajaritos.

Que en un país como la actual Venezuela, y en unas elecciones como las que se acaban de celebrar, el candidato del régimen sólo obtenga un punto de ventaja es, se ponga como se ponga IU, señal clara de que el triunfo de la oposición ha sido aplastante.

Hace dos o tres semanas las encuestas pronosticaban victorias más que aplastantes de Maduro, con hasta 20 puntos de ventaja sobre Capriles, pero se ve que en la recta final de la campaña el efecto Cid bolivariano ha tenido poco aguante, debe de ser que los calores tropicales les sientan fatal a las victorias desde la tumba.

Se podía temer lo peor –es decir, lo mejor– desde la aparición mística del pajarito, que, aunque Maduro no lo contase, tiene pinta de que en su grácil revoloteo soltó algo de materia fecal sobre el candidato del PSUV. De lo que no hay la menor duda es de que la anécdota, la forma en que se contaba y el ridículo mayúsculo dejaron muy maltrecha la campaña del ahora presidente electo.

Chávez nos podía gustar más o menos tirando a nada, pero compararlo con un pajarito era ofensivo. No digo yo que hubiese sido mejor para Maduro decir que el jefe se le había aparecido en forma de gorila, que habría sido demasiado obvio, pero ahí estaban el rinoceronte, el ocelote o el elefante en cacharrería. Con una simple visita al zoo lo habríamos apañado.

Lo malo de cuando le das el poder a alguien como Maduro es que acaba cagándola, como los pajaritos; y si le das todo el poder en un país en el que el Estado lo controla prácticamente todo, lo normal es que lo deje al borde de una guerra civil, que es como está Venezuela ahora mismo.

Y lo está no porque Capriles reclame a los suyos, que son la mayoría, que salgan a la calle, sino porque un incompetente (des)controlado desde La Habana ha hecho un pucherazo que más que puchero ha sido olla podrida.

Chávez nos podía gustar más o menos tirando a nada, y podíamos decir de él que era malvado y dañino, pero no tonto. Maduro ni gusta ni disgusta, sino que más bien da pena, y listo, lo que se dice listo, tampoco parece. Ha ido de sobrado, pero estaba verde.

Esperemos que no paguen los venezolanos por ello.

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