Durante el debate a cuatro de este lunes, Mariano Rajoy mantuvo –o trató de mantener, no siempre lo consiguió– un tono presidencial que era lógico desde el punto de vista estratégico, y también teniendo en cuenta la personalidad y la imagen del propio presidente en funciones.
En la mayor parte del debate, Rajoy evitó dirigirse a sus rivales, no les interpelaba y se limitaba a responder a los ataques con cifras y con algunas ideas que repitió machaconamente, como la posibilidad de crear dos millones de puestos de trabajo en una legislatura. Fueron sus mejores momentos, sobre todo en los dos primeros bloques.
Pero luego el presidente tuvo que bajar a la arena, principalmente empujado por Albert Rivera, y allí descubrimos las verdaderas prioridades que el popular tiene entre sus objetivos políticos, o, al menos, lo que no tiene como prioridad: luchar contra el populismo podemita, desenmascarar a Pablo Iglesias y los peligros que supone para España no ya su llegada al poder, sino la mera presencia de su partido entre los más votados del país.
Todos lo vimos, pero lo cuenta de una forma interesante El País en un gráfico clarificador: Rajoy sólo interpeló a Pablo Iglesias en tres ocasiones, mientras que se dirigió en nueve a Rivera y en quince a Pedro Sánchez, como si el del PSOE no tuviese bastante con lo suyo.
Honestamente, no puedo decirles que hacen mal a aquellos que van a votar al PP por miedo a Podemos. Me parece que cualquier persona de bien debe temer a los de Iglesias, si no personalmente, sí por el desastre que pueden suponer para nuestro país, y es posible que apuntalar la victoria electoral de los populares sea la mejor fórmula para evitarlo.
Sin embargo, creo que esos votantes que apoyarán a Rajoy para que frene a Podemos deben saber que el presidente no tiene ninguna intención de frenarlo, al menos por ahora; que a él lo que le interesa es machacar a Sánchez, para que tenga que dimitir en la noche del 26-J, o a Rivera, porque es más fácil –o eso creen los genios arriólicos y moragáticos– arrebatar unos míseros escaños a Ciudadanos que hacer volver a las urnas a los millones de abstencionistas.
Lo cierto es que, vote usted o no al PP el próximo 26 de junio, y yo no le criticaré haga lo que haga, los que este lunes lucharon contra el populismo fueron Pedro Sánchez –mal y por necesidad, es cierto– y Albert Rivera.
Que cada cual extraiga sus conclusiones.