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Carmelo Jordá

Stallman, Amazon, los ebooks y la libertad

Aunque quede muy guay y "guruístico" decir lo contrario, no son las empresas (ni siquiera las covachuelas de "malvados capitalistas" como Amazon, Google o Microsoft) las que más amenazan nuestras libertades.

Se acaba de celebrar un encuentro auspiciado por la Unesco (pongámonos todos a cubierto) sobre el futuro del libro. Aunque es pronto para ver qué ha salido de allí y aunque este tipo de encuentros me despiertan poca simpatía y no demasiado interés, me llama profundamente la atención encontrarme con que las primeras reflexiones que surgen de allí nos hablan de la libertad.

Así, vemos cómo el activista –gurú– experto (pongan aquí lo que consideren) Richard Stallman rápidamente nos ha advertido contra la falta de libertad que puede producirse en el campo de los libros digitales: "Los ebooks están siendo usados actualmente para atacar la libertad tradicional de los lectores".

A partir de ahí, desarrolla una crítica bastante dura al modo en que funciona el Kindle de Amazon y al tipo de relaciones que esta empresa establece con sus clientes, que por otra parte suelen estar encantados de la vida.

Puedo estar de acuerdo, de hecho lo estoy, en que no me gustan los modelos de negocio cerrados y llenos de restricciones, como el de Amazon o como el de los pocos libros que se venden en nuestro país, y en no pocas ocasiones hemos comentado por aquí lo poco que nos gustan los DRMs y demás restricciones que, al final, significan vendernos un producto de menor calidad.

Otro experto, en este caso el español Joaquín Rodríguez, comenta las ideas de Stallman recordando el tan español "¡Vivan las caenas!", pero creo que el paralelismo no es demasiado acertado (como siempre que se equiparan las libertades políticas con las "económicas") ya que tanto Rodríguez como Stallman parecen olvidar que el consumidor, de ebooks, música o lo que sea, siempre tiene en su mano la libertad suprema de la decisión.

Porque la principal libertad que el mercado nos da como consumidores es la de comprar o no un producto, incluso de comprarlo si, a pesar de que conlleve ciertas restricciones, puede satisfacer una necesidad concreta.

Los consumidores de Amazon saben que cuando adquieren un libro electrónico no pueden hacer con él lo mismo que harían con uno de papel, pero aún así lo compran porque les sirve para lo que quieren: leer.

Y, además, el mercado también es capaz, en un plazo más o menos largo, de ofrecer alternativas para que no sólo tengamos la suprema libertad de comprar o no, sino que también podamos elegir dónde o a quién le hacemos esa compra: en este momento Amazon no parece tener una competencia a su nivel, pero si alguien ofrece un producto de la misma calidad, con la misma comodidad, con un precio competitivo y menos restricciones sin duda acaparará una importante cuota de mercado.

En definitiva, que aunque quede muy guay y "guruístico" decir lo contrario, no son las empresas (ni siquiera las covachuelas de "malvados capitalistas" como Amazon, Google o Microsoft) las que más amenazan nuestras libertades.

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