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Carmelo Jordá

Tonto sí, pero ¿útil?

Sí hay algo para lo que Puigdemont ha sido involuntariamente útil: para que muchos españoles hayan descubierto que les gusta serlo y les gusta su bandera

Sí hay algo para lo que Puigdemont ha sido involuntariamente útil: para que muchos españoles hayan descubierto que les gusta serlo y les gusta su bandera
El destituido Carles Puigdemont | EFE

A falta de que Pilar Rahola considere que aparecer como el "tonto útil" de Putin de la semana es "otra jugada maestra del president", creo que ha llegado el momento de preguntarse si realmente Puigdemont es útil para algo o alguien, ya sea Putin o el propio PDeCAT, ese partido que en sus siglas tiene una e, se ve que de africano.

Huido de la Justicia española, vagando por Bélgica como alma en pena y pretendiendo gobernar Cataluña desde Bruselas o desde la cárcel de Estremera, Puigdemont dice un día una cosa y al siguiente la contraria con toda naturalidad, y se presenta a las elecciones con una lista que se parece más a la clasificación de los más buscados que a la de un partido político normal y corriente.

Admito que en la enloquecida Cataluña es posible que esta patética saga-fuga sea más o menos rentable electoralmente –aunque, sinceramente, lo creeré cuando lo vea–, pero aun así el futuro de Puigdemont es color de hormiga. Una hormiga negra, para más señas.

El 22 de diciembre Junqueras o Arrimadas habrán ganado las elecciones; el expresident habrá llevado a su partido a ser menos de la mitad que en el peor momento de su historia y probablemente ni siquiera pueda ser parte de la coalición de gobierno; él mismo estará en una cárcel española o apurando sus últimos días de libertad a unos 1.300 kilómetros de Barcelona; y todo este show presuntamente heroico habrá quedado como uno de los momentos más lamentables de la historia de Cataluña, algo así como la huida de Dencàs por las alcantarillas, pero dejando que toda Europa te vea hacer el ridículo.

¿Habrá sido Puigdemont útil para Cataluña? Por supuesto, no lo ha sido para la mayoría de los catalanes, pero tampoco para las aspiraciones independentistas de algunos: el único reconocimiento que ha tenido la República Catalana ha sido el de algunos partidos eurófobos y de corte fascistoide, verdaderas joyitas del selecto club de lo peor del continente.

Tampoco veo que haya sido muy útil para Putin, la verdad: no sólo no ha desatado una verdadera crisis dentro de la Unión Europea, sino que parece que incluso ha hecho más consciente a algunos de la continua injerencia rusa en el extranjero. Si es que realmente lo era, te has equivocado de socio, Vladimiro.

Sin embargo, sí hay algo para lo que Puigdemont ha sido involuntariamente útil: para que muchos españoles hayan descubierto que les gusta serlo y les gusta su bandera, y para que la cuestión nacional vaya a ser, a partir de ahora, la piedra de toque de cualquier confrontación electoral.

Reconozcámoslo: en el fondo no está nada mal. ¡Gracias, Puchi!

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