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Carmelo Jordá

Valiente, Lenin y la superioridad moral de los miserables

A estas alturas del siglo XXI, tienes que ser un miserable para que Lenin sea uno de tus referentes.

A estas alturas del siglo XXI, tienes que ser un miserable para que Lenin sea uno de tus referentes.
Mauricio Valiente | YouTube

El tercer teniente de alcalde de Madrid reconocía en una entrevista este lunes que tiene un póster de Lenin en su despacho. No sólo eso: Mauricio Valiente, que así se llama el interfecto, aseguraba que "Lenin es un referente fundamental".

A estas alturas de la historia hay poco que discutir sobre la historia de Lenin: las evidencias son abrumadoras y quizá allá por 1920 era más difícil verlo, pero ahora no se puede dudar de no fue el "inspirador" del Terror Rojo, sino su instigador, en muchos casos el que lo ordenó y en todos principal responsable.

Sus propias cartas, sus artículos, sus libros y, por supuesto, sus actuaciones nos dicen sin posibilidad de duda o equívoco cuáles eran las verdaderas intenciones de Lenin, que no tenían nada que ver con el pueblo ni tan siquiera con la clase obrera: simplemente quería acaparar un poder ilimitado para su partido y, por tanto, para él mismo. Y en el camino hacia ese poder aún más absoluto que el de los zares Lenin y los suyos estaban dispuestos, y así lo hicieron, a eliminar cualquier obstáculo, entendido el verbo eliminar en el sentido más amplio y cruel que se puedan imaginar.

"Lenin dio tierra a los campesinos", dice Mauricio Valiente en la entrevista, olvidando voluntariamente –no puedo creer que sea tan ignorante como para no saberlo– que a esos mismos campesinos se les subieron los impuestos a unas cifras que los zares ni siquiera habrían soñado, se les arrebató esa misma tierra y, finalmente, se los mató o se los dejó morir de hambre por millones. A los campesinos y a todos los demás: políticos, funcionarios, obreros, soldados, filósofos… porque en el reparto de la muerte, la cárcel y el destierro fue en lo único en lo que este verdadero psicópata fue ecuánime y generoso.

A estas alturas del siglo XXI, tienes que ser un miserable para que Lenin sea uno de tus referentes, como habría que serlo para reivindicar a Hitler, Mussolini o Franco, con la única diferencia de que, afortunadamente, a eso no se atreve casi nadie y, desde luego, ningún cargo público. Sólo alguien que desprecia profundamente la democracia y los derechos humanos –Valiente es concejal de DDHH, maldita la gracia– puede cerrar los ojos ante la destrucción y el asesinato masivo de miles y miles de sus semejantes, sólo porque así se siente de lo más cool cuando dice que es marxista-leninista.

Pero el colmo de la deshonestidad, la desvergüenza y la falta de escrúpulos intelectuales llega cuando Valiente dice que reconoce "las violaciones y el sufrimiento generado en nombre del ideal comunista en el que creo", y que, encima, ese reconocimiento "es la superioridad moral y la gran diferencia con el liberalismo" que tienen los comunistas.

Es decir, mataron a manos llenas, pero me da igual y, encima soy mejor por reconocerlo. No, Mauricio, no eres mejor; eres un miserable y en cualquier sociedad sana deberías estar fuera de la política y no representando a ciudadanos a los que dan asco –y miedo– los genocidas a los que tú admiras.

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