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Cayetano González

Enfriar el partido

Los del PP van a tener el corazón 'partío' el 25-M porque quieren que en frente siga estando Rubalcaba.

Todo parece indicar que en las próximas horas Mariano Rajoy tendrá a bien comunicar, a su partido, a sus conmilitones, a sus potenciales votantes y en general al cuerpo electoral, compuesto por treinta y cinco millones de ciudadanos, a quién ha elegido para encabezar la lista del PP para las elecciones europeas que se celebrarán el próximo 25 de mayo. Aunque también cabe la posibilidad de que, como el plazo legal para designar al candidato y a quienes le acompañarán en la lista termina el 20 de abril, decida estirar todavía más ese anuncio, que por otra parte no parece que quite el sueño al ciudadano de a pie, sino que más bien es algo que alimenta el morbo de los periodistas y de la camarilla de dirigentes de su partido.

Haga ya lo que haga Rajoy, y lo haga hoy, mañana, esta semana, la próxima o el Sábado Santo, el actual presidente del Gobierno y del PP habrá puesto de manifiesto una forma de concebir los usos y costumbres democráticos, al menos, un tanto peculiar.

Porque peculiar es que el PP lleve ya varias semanas organizando y celebrando actos de precampaña para esas elecciones europeas y lo haga sin candidatos, ya que no solamente no se sabe quién será el cabeza de lista, tampoco el resto de integrantes de la misma. Y peculiar es que todo el mundo en el PP haya asumido con total naturalidad y normalidad que la decisión dependa única y exclusivamente de Rajoy. Es decir, que lo del "dedazo divino" denunciado por Esperanza Aguirre cuando hubo que designar al relevo de Javier Arenas en Andalucía en la persona de Juan Manuel Moreno Bonilla no estaba mal tirado, aunque molestara a los burócratas de la calle Génova y del palacio de La Moncloa.

Ya se sabe que la democracia interna, es decir, la participación de los militantes en la toma de decisiones en los partidos, es algo que no se estila, pero al menos los populares podrían disimular un poquito más. El PSOE, cuando hizo pública la decisión de que fuera Elena Valenciano la cabeza de cartel, contó que el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, había consensuado esa decisión con todos los barones regionales, es decir, con Susana Díaz. La verdad es que Rajoy podía hacer lo mismo, aunque para él sea un engorro tener que llamar a Herrera, Bauzá, Rudi o Feijoó, pongo por caso. En UPyD, Movimiento Ciudadano o Vox, los militantes han podido elegir a los candidatos en unas primarias, que aunque sea un sistema imperfecto sí parece que es más democrático que el del dedazo del jefe.

¿Por qué ha actuado de esta manera Rajoy? ¿Para demostrar y poner en evidencia que tiene todo el poder del partido y que hace con el lo que quiere y cuando quiere? Parecería una manera de actuar bastante frívola y superficial, que no encaja con el perfil serio aunque aburrido de Rajoy, pero ya se sabe que el simple hecho de habitar en el Palacio de La Moncloa transforma a sus inquilinos.

Más bien puede pensarse que lo que ha perseguido Rajoy con este llamativo retraso es –empleando una expresión deportiva que será de su agrado– enfriar el partido, en este caso, el de unas elecciones europeas en las que su partido es más que probable que sufra un fuerte varapalo. Las encuestas dan un empate técnico entre el PP y el PSOE, aunque en los dos casos, perdiendo votos y escaños. Si los socialistas sacan un solo voto más que los populares, eso sería un resultado desastroso para estos; resultado que además marcaría una tendencia de cara a las autonómicas y municipales de la primavera de 2015.

Aunque, paradójicamente, una victoria socialista en las europeas podría abrir la puerta a que Rubalcaba diera la batalla interna no sólo para seguir al frente del PSOE sino para volver a ser el candidato de su partido en las elecciones generales del otoño de 2015, algo que desean de forma vehemente en las filas populares, al considerarle el mejor rival para Rajoy. Es decir, los del PP van a tener el corazón partío el 25-M.

Además, esta técnica de enfriar el partido es algo muy arriolesco: "Presidente –parece que se oye decir al asesor áulico en el palacio monclovita–, retrasa todo lo que puedas la designación del candidato, porque así desconcertamos al PSOE, Valenciano no tiene con quién meterse, ganamos tiempo, viene la Semana Santa, el puente del 1 de mayo, San Isidro y cuando nos demos cuenta, zas, hay que ir a votar casi sin campaña, que en las circunstancias actuales es un follón". Verosímil.

Sea lo que sea –remodelación del Gobierno incluida, lo cual no hace falta ser un fino analista político para saber que a Rajoy le da una enorme pereza afrontar–, el espectáculo dado por el presidente del Gobierno y del PP, teniendo en vilo a todo su partido con la designación del candidato a Europa, ha sido muy poco edificante y, sobre todo, muy poco democrático. Este tipo de comportamientos, junto con la corrupción, sin ningún género de dudas ahonda en la desafección de los ciudadanos hacia los políticos. Y además molesta por el tufillo personalista que desprende. El 25-M se verá en los resultados.

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