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Cayetano González

Hay partido en el PSOE

Aunque sea un partido laico, solo queda desearles que Dios les coja confesados.

A la lideresa andaluza le ha costado mucho dar el paso, pero al final ya hay al menos un preaviso de que sí, de que competirá en las primarias por la Secretaría General del PSOE, aunque la presentación oficial de su candidatura no se hará hasta el próximo 26 de marzo, en un acto que tendrá lugar en Madrid.

A Susana Díaz lo que le hubiera gustado es una elección por aclamación. En la primavera de 2014 pidió a Eduardo Madina que le dejara el camino expedito retirándose de la carrera para suceder a Rubalcaba, para que fuera elegida secretaria general sin ningún tipo de competencia. Pero Madina dijo que no, y entonces la venganza de Susana Díaz fue apoyar en ese proceso de primarias a Pedro Sánchez, al que dos años más tarde tuvo que defenestrar en el Comité Federal, el pasado 1 de octubre.

La batalla en estas semanas que quedan hasta la celebración de las primarias, allá por la segunda quincena de mayo, va a ser intensa. Si muchos consideraban que Pedro Sánchez era un cadáver después del citado Comité Federal, ahora contemplan pasmados como el ex secretario general va de acto en acto demostrando bastante capacidad de convocatoria, incluso llena polideportivos en tierras andaluzas –como sucedió este fin de semana en Cádiz–, un territorio donde en principio Susana Díaz es la reina madre.

El "No es no" que Sánchez y los suyos mantuvieron hasta el final para no votar la investidura de Rajoy caló, y de qué manera, en gran parte de la militancia socialista. Una militancia que sigue viendo al PP como un partido heredero del franquismo, por mucho que hayan pasado casi cuarenta y dos años desde la muerte de Franco y que muchos, no todos, de los actuales dirigentes populares no hubieran nacido cuando el cambio de régimen. Pero es igual, el odioa la derecha sigue instalado en una parte importante de la izquierda, no sólo en Podemos, también en las bases socialistas.

La candidatura de Susana Díaz es vista por algunos como la única posibilidad de que el PSOE recupere ese espacio de centralidad ligado a la socialdemocracia que le haga volver a ser un partido de gobierno. No lo va a tener nada fácil, porque el daño causado –y no reconocido por los socialistas–, en primer lugar a España, pero también al PSOE, por la acción política de los años en que Zapatero estuvo en el poder es enorme. El expresidente del Gobierno desdibujó su partido con acciones tan suicidas como la negociación política con ETA, el apoyo de una reforma del Estatuto de Cataluña que abría ya las puertas al proceso secesionista que estamos viviendo o la reapertura de heridas del pasado con leyes como la de memoria histórica.

Para recuperarse, el PSOE necesitaría mucho más que un mirlo blanco como líder, pero los tres candidatos que van a competir por la Secretaría General es evidente que no lo son. Pedro Sánchez no ha ocultado sus cartas y ya ha dicho que, si gana, su objetivo prioritario será unir a la izquierda –es decir, pactar con Podemos y con los independentistas catalanes– para echar al PP del poder. Con Patxi López no se sabe muy bien qué dirección tomaría el PSOE. Aunque los dos cargos más importantes que ha tenido en su vida política –lehendakari y presidente del Congreso de los Diputados– se los debe al PP, no parece que fuera proclive a entenderse, si la situación lo requiriera, con el partido de Rajoy.

Con Susana Díaz, algunos piensan que el PSOE podría remontar y recuperar un discurso ganador; pero ni su trayectoria política, ni su inconsistencia intelectual ni su mala gestión al frente de la Junta de Andalucía avalan de entrada esa hipótesis. En definitiva, el PSOE está metido en un gran lío, y los militantes tendrán la última y decisiva palabra. Aunque sea un partido laico, solo queda desearles que Dios les coja confesados.

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