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César Vidal

Una visión profética de la izquierda y el terrorismo

Que Dostoyevsky es uno de los grandes novelistas, no sólo de la literatura rusa sino de la universal, constituye una verdad no por indiscutible realmente contrastada. A su mejor –y última– novela Los hermanos Karamazov se unen en, un largo cortejo de obras maestras, Crimen y castigo o El idiota. Con todo, sin duda, la novela en la que trazó con más lucidez el panorama que crearía la izquierda en el futuro fue Demonios, traducida erróneamente como Los endemoniados o Los poseídos. En realidad, Dostoyevsky quería hacer referencia –tomando pie del relato del endemoniado de Gadara relatado en los Evangelios– no a los posesos, sino a los demonios que habían penetrado en el cuerpo de Rusia y que causarían su destrucción a menos que fueran expulsados por el propio Salvador.

Partiendo de un hecho real –un asesinato cometido en Moscú a finales de 1869 a instancias del anarquista Nechayev– Dostoyevsky traza un cuadro de la verdadera esencia de la izquierda, un cúmulo de buenos propósitos desprovistos de contacto con la realidad y, por ello, tendente a destrozar ésta de manera violenta para adoptarla a ideas no por preconcebidas menos falsas. El idealista carente de reflexión sensata, y por ello llamado a perecer; o el ideólogo dispuesto a todo –incluso al terrorismo– precisamente porque se considera imbuido de una verdad que ha de cristalizar en el bien de todos, incluso de aquellos que no desean aceptarlo, son algunos de los tipos que aparecen en esta novela. Una obra cuya lectura –a la luz de lo que ha sido el siglo XX o de lo que aún es el terrorismo de ETA– parece más actual que nunca.


Fedor Dostoyevsky, Los demonios, Alianza Editorial, Madrid, 2000, 2 volúmenes, 868 páginas.

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