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Charles Krauthammer

Discurso sobre la inmigración

La incautación de armas y drogas sube, prueba del eficaz control fronterizo. La detención de personas baja, otra prueba más del eficaz control fronterizo. Que suban o que bajen, no importa. Cualquiera que sean las cifras, Obama sale avalado.

Debate constructivo y útil. ¿Cómo el que inició Obama hace sólo cuatro semanas acerca de la reducción del déficit? ¿El discurso en el que acusó a los Republicanos de abandonar a las familias de chavales autistas o con síndrome de Down? ¿El debate en el que la secretaria de salud y servicios sociales de Obama dijo que los planes Republicanos harán que los ancianos "la palmen antes"?

Siguiendo esta misma tónica de educación y respeto mutuo, la invitación más reciente de Obama al discurso útil –sobre inmigración– se producía sólo 11 minutos después de que acusara a los detractores de hacer trampas en la cuestión del control fronterizo. "A lo mejor necesitan un foso", dijo con sarcasmo. "Tal vez quieran cocodrilos en el foso".

Bonito matiz. Parece que la tregua de Tucson –nada de demonización ni metáforas con miras de armas de fuego– oficialmente ha concluido. Después de todo, los Republicanos quieren exterminar a la tercera edad, desahuciar a los discapacitados y contemplar a los caimanes dándose un festín con los inmigrantes ilegales.

El discurso de El Paso es notable no por aportar algo nuevo en materia de inmigración, sino por ilustrar a la perfección el estilo político de Obama: la invitación docente, casi terapéutica, al discurso útil envuelta en el artificio retórico más básico de todos: las acusaciones de malicia vertidas con insinuaciones de mala fe. "Nunca estarán satisfechos", decía Obama del control fronterizo. "Y lo entiendo. Es política".

Qué comprensivo. La otra parte hace "política", Obama actúa en el interés nacional. La atención de ellos está puesta en los sondeos, en el poder político, en las próximas elecciones; la de Obama no se aparta fijamente de los niños pequeños. Esta práctica de poner en tela de juicio los motivos del otro es una constante en Obama. "Ellos" hacen política con la reducción del déficit, con la clausura de la actividad pública, con la sanidad.

Y ahora con la inmigración. Es irónico que una acusación así se lance en un discurso que no es sino política. No hay ninguna posibilidad de que alguna legislación de inmigración supere el Congreso en los dos próximos años. El Paso fue simplemente un intento de poner a tono al voto hispano como parte de una visita política con tintes de campaña de tres actos en dos escalas con vistas a 2012.

En consecuencia, el discurso de El Paso contó con otros dos ingredientes básicos: la impresionante invención y la prestidigitación estadística ingeniosa. "La Barrera (fronteriza) está ya acabada básicamente", afirmó el presidente. ¿Acabada? Hay en la actualidad 500 kilómetros de barrera transitable ininterrumpida a lo largo de la frontera mexicana. La frontera tiene 3.100 kilómetros. Es el 18%. Y sólo la décima parte de ese 18% es la barrera doble y triple que ha demostrado ser tan notablemente eficaz en, por ejemplo, el sector del municipio de Yuma.

Otros 480 kilómetros –el 15%– son barrera para vehículos que los transeúntes pueden superar caminando. Obama presumía a continuación que en su mandato se ha decomisado un 31% más de droga y un 64% más de armamento, lo que prueba lo bien que ha garantizado la integridad de la frontera. Y si quieren más pruebas, la captura de ilegales bajó un 40%.

¿Qué baja? En realidad, dice Obama, esto significa que hay menos gente tratando de cruzar la frontera. Interesante lógica. La incautación de armas y drogas sube, prueba del eficaz control fronterizo. La detención de personas baja, otra prueba más del eficaz control fronterizo. Que suban o que bajen, no importa. Cualquiera que sean las cifras, Obama sale avalado.

Usted puede creerse este fraude o puede creerse a la independiente Oficina de Responsabilidad Pública. La Oficina anunció en febrero que menos de la mitad de la frontera se encuentra "bajo control operativo" de la administración. Lo que mina la premisa entera de la acusación de Obama de que, al ser eficazmente segura la frontera, "los Republicanos que dijeron apoyar la reforma más amplia mientras fuéramos serios en el control" no hablaban en serio realmente.

Me cuento entre los que hablaban realmente en serio. No tengo ninguna duda de que la mayoría de los estadounidenses estará bastante dispuesto a regularizar a los actuales millones de inmigrantes ilegales si se les convenciera de que son los últimos de tal género, confirmado por, digamos, un informe concluyente de la Oficina de Responsabilidad Pública que diga que la frontera se encuentra bajo total control operativo de la administración y que las conclusiones fueran certificadas a los mismos efectos por los gobernadores de los cuatro estados fronterizos del sur.

Los estadounidenses son un pueblo generoso. Al recibir pruebas de fuentes objetivas y solventes de que la frontera es segura –sin las estadísticas de interferencia infinitamente manipulables de Obama– la cuestión queda zanjada y los inmigrantes regularizados. ¿Por qué no introduce Obama un capítulo así en la reforma integral de la inmigración? Porque para Obama, la reforma de la inmigración no va de legislación, va de reelección. Si se me permite citar al presidente: Y lo entiendo. Es política.

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