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Charles Krauthammer

Mormones contra evangélicos

Sospecho que ni la Providencia de Jefferson ni el Gran Creador de Washington ni el Todopoderoso de Lincoln verían con agrado que se explotaran las diferencias religiosas para beneficio político. Es antiamericano.

Cuando el padre de Mitt Romney se presentó a la presidencia hace 40 años, ser mormón n supuso ningún problema. Cuando Mo Udall se convirtió en un serio aspirante a la candidatura demócrata de 1976, su religión era tan irrelevante que no creo que la mayor parte de la gente se acuerde siquiera de que Udall era mormón. Cinco miembros del Senado son mormones. ¿Hay insinuaciones de algún tipo que sugieran que la religión mormona de Harry Reid, Orrin Hatch, Gordon Smith, Michael Crapo o Robert Bennett corrompa, distorsione o disminuya en cualquier sentido su capacidad de desempeñar sus deberes constitucionales?

El mormonismo debería ser completamente irrelevante en cualquier campaña política. Pero no lo es. Ese es el motivo por el que Mitt Romney se ha visto obligado a dar un discurso sobre "libertad religiosa" al estilo JFK. Él no quería, pero supuso que debía hacerlo. ¿Por qué? Porque lo están alcanzando en Iowa. ¿Por qué Iowa? Porque alrededor del 40% de quienes votaron en el 2000 en el caucus republicano se autodefinieron como "cristianos conservadores" –dos veces la cifra de New Hampshire, por ejemplo– y, para muchos de ellos, el mormonismo es una herejía del cristianismo.

Eso no pareció importar mucho la mayor parte del año, al disfrutar Romney de una ventaja importante; su religión parecía un problema político manejable hasta que Mike Huckabee hizo acto de presencia y alcanzó a Romney en las encuestas de Iowa. Buena parte de este éxito se debe a los aspectos atractivos de la política y el personaje de Huckabee. Pero otra parte de sus avances en Iowa son atribuibles a algo mucho menos atractivo: jugar la baza de la religión. Los demás candidatos importantes –John McCain, Rudy Giuliani y Fred Thompson– o bien nunca averiguaron cómo emplearla o bien tuvieron la decencia de negarse a hacerlo.

Huckabee ha explotado el mormonismo de Romney con una delicadeza notable. Está emitiendo en Iowa un anuncio muy eficaz sobre la religión. "La fe no se limita a influirme  – dice a la cámara –, en realidad me define". A continuación, el anuncio le presenta como el "líder cristiano".

Olvidémonos lo que implica la idea de que ser el "líder cristiano" supone tener alguna capacidad especial para la presidencia de un país cuya Constitución (Articulo VI) rechaza explícitamente que haya que someterse a cualquier prueba religiosa para presentarse al cargo. Vamos a limitarnos a imaginar que Huckabee se estuviera presentando frente a frente en Iowa contra Joe Lieberman (es sólo un experimento mental; no pierda el hilo). Si hubiera emitido el mismo anuncio en esas circunstancias, habría provocado una protesta inmediata. El mensaje subliminal –¿quién es el cristiano en estas elecciones?– habría sido demasiado obvio como para ser ignorado y la denuncia por fanatismo demasiado clara.

Pues bien, Huckabee se presenta contra Romney (los demás candidatos del Partido Republicano son irrelevantes en Iowa) y sabe que muchos cristianos conservadores, particularmente los afines al cristianismo evangélico de Huckabee del que tanto alardea, consideran la religión de Romney un culto decididamente no cristiano. Y cuando a Huckabee se le ha preguntado sobre esta opinión ha hecho juegos malabares para evitar responder. "Si se me invitara a ser presidente de una escuela teológica, esa sería una pregunta perfectamente apropiada – dijo –, pero para ser presidente de los Estados Unidos, no estoy seguro de que ese vaya a ser la cuestión más importante a la que habré de hacer frente tras jurar el cargo".

Mmmm. Así que es una cuestión a la que hacer frente, según afirma formalmente Huckabee. Pero no muy importante. Y no va a pronunciarse sobre la materia. Es un buen intento este de dejar la pregunta sin responder y en el aire, el tipo de maniobra que uno esperaría de duchos ex gobernadores de Arkansas que codician la presidencia. Pero según la propia lógica de Huckabee, dado que no se presenta a ninguna escuela teológica, ¿qué está haciendo al proclamarse como el "líder cristiano" en un anuncio que le promociona para presidente? Respuesta: estar al plato y a las tajadas. Toma en apariencia el camino de la tolerancia al rechazar definir al mormonismo como un culto no cristiano, declarándose a sí mismo por encima del tema, pero aún así coquetea claramente con ese prejuicio dejando la pregunta abierta al tiempo que se asegura de que todo el mundo sepa que él es el "líder cristiano".

El Dios de los Fundadores, el Dios de nuestra moneda, el Dios para el que Lincoln proclamó el Día de Acción de Gracias es la Providencia ecuménica, inefable y no sectaria de la religión civil americana cuya relación con este bendito país carece de preferencia hacia ninguna confesión concreta. Cada mención a Dios en cada discurso de apertura de legislatura de la historia norteamericana alude a la deidad de esta manera universal, para todos, no confesional. (La única excepción: William Henry Harrison. Se acatarró leyendo el discurso de apertura. 31 días más tarde estaba muerto. Saque sus propias conclusiones.) Sospecho que ni la Providencia de Jefferson ni el Gran Creador de Washington ni el Todopoderoso de Lincoln verían con agrado que se explotaran las diferencias religiosas para beneficio político. Es antiamericano. Y es lamentable que Romney haya tenido que justificarse en respuesta.

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