La dimisión de Esperanza Aguirre es una noticia que me produce inmensa tristeza, tanto a nivel personal como político. Mi sensación en estos momentos es de absoluta consternación y orfandad.
Esperanza es para mí no sólo una persona con enorme capacidad de liderazgo y un referente de política, responsable y gestora eficaz, sino también, y por encima de todo ello, una amiga.
Es una extraordinaria política, una trabajadora incansable y cercana, que ha contribuido decisivamente a la transformación experimentada en Madrid en los últimos años.
Conozco a Esperanza, y me consta que sean cuales sean sus nuevas ocupaciones a partir de este momento, lo hará con el mismo cariño, dedicación y entusiasmo que ha venido demostrando hasta ahora.
Por supuesto, respeto, como no puede ser de otra forma, la decisión personal que ha tomado, y en este difícil momento sólo quiero transmitirle mi cariño y apoyo incondicional.