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Cristina Losada

Agua, acetona y Guantánamo

Seis días después les estaban aplicando a dichos vestigios el estropajo y el Don Limpio, el agua y la acetona, para dejarlos como los chorros del oro antes de que fueran a parar a manos de los analistas. ¡Y aún así quedaron restos!

Estamos enormemente preocupados por el posible viaje de unos policías españoles a Guantánamo, y no podemos prestarle la atención que se merece al verbo florido de Pilar Bardem. Vayan, no obstante, las gracias debidas. Los insultos que nos dedica, como los de otros de su condición, siempre son un acicate. Algo haríamos mal si no sacáramos de quicio a quienes creen disfrutar de plena inmunidad para hozar en la política. Ese privilegio se dispensa en las dictaduras. Si ha entregado un premio a la abogada y colega de los etarras, si ha repartido rosas con ella, si nunca ha querido mostrar su rechazo al terrorismo y su apoyo a las víctimas, habrá de convivir con ello. Por lo demás, basta con exponer tales hechos para entender que es esa conducta la que mancha, no su apellido, sino a ella. El apellido no merece convertirse en un refugio, y la etiqueta de "izquierdas" no sirve como blindaje. Hay a quienes no nos impone nada. La conocemos bien, y aún conocemos mejor a quienes la utilizan para que todo les salga gratis. Y si no le presta la libertad, aún tiene múltiples paraísos de la mordaza. Uno, mismamente, a pocos kilómetros de ese Guantámano hacia el que nos dirigíamos por ser el centro de la penúltima cortina de humo. Y tal vez la más peregrina de cuantas han cubierto el escenario de la masacre del 11-M.

Pues hete aquí que el PSOE presenta como una prueba de que fue perpetrado por islamistas el que, dos años antes del mismo, unos policías españoles viajaran allá para interrogar a unos presos marroquíes sobre la presencia de Al Qaeda en España. Una mezcla de humos verdaderamente estupefaciente: Guantánamo, cuyo solo nombre suscita en cierta gente el estremecimiento que no les provoca ninguna otra cárcel del mundo, ni siquiera las terribles y cercanas de Fidel; y los tentáculos de Ben Laden preparándose para un 11-M que no reivindicaría nunca. Asombroso. Y natural, en cambio, que la Policía se interesara por las conexiones en España del terrorismo islámico un año después de los atentados contra las Torres Gemelas, sabiendo que alguno de los terroristas suicidas (allí sí) había pasado por estas tierras. Por cierto, que a quienes no les inquietaba entonces nada esa presencia era, mira tú por donde, a las huestes zetapédicas. Con tal ligereza se lo tomaban que la detención de unos islamistas en Cataluña en 2003 fue saludada con el pitorreo del Comando Dixan por los mismos que hoy muestran tan grave preocupación retrospectiva por la existencia de redes de Al Qaeda en España. A buenas horas. A la hora en que tienen la perentoria necesidad. En vísperas, cómo no, del juicio del 11-M.

Un juicio que está pasado por agua y acetona, que son unos limpiadores que compiten con aquel bórico, sobre cuyos poderes tanto nos ilustró Garzón. Pues si el 23 de enero la Audiencia Nacional solicitó un nuevo análisis pericial de todas las muestras conservadas para encontrar los componentes del huidizo y enigmático explosivo, seis días después les estaban aplicando a dichos vestigios el estropajo y el Don Limpio, el agua y la acetona, para dejarlos como los chorros del oro antes de que fueran a parar a manos de los analistas. ¡Y aún así quedaron restos! De dinitrolueno. Lo cual obliga a decirle adiós a la Goma 2 ECO por la que juraban la fiscal y el gobierno, y hola, de nuevo, al viejo y molesto Titadyn, firma explosiva de la ETA. Los aires tropicales de Guantánamo no se llevan esos datos fácilmente, aunque amodorren a más de uno y de una.

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