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Cristina Losada

Corriendo tras los grises

Es embarazoso que un héroe de la lucha antifranquista carezca de historial en esa lucha, teniendo edad. Invéntenle aunque sea una novia de la ORT, un concierto de Raimon, un ejemplar de Ruedo Ibérico, una ficha policial

Zapatero, al menos, tenía un abuelo. Un abuelo fusilado al que usaba, no hay modo más suave de decirlo, como coartada sentimental para resucitar la guerra civil. Muchos españoles tenían abuelos fusilados por alguno de los bandos cuando, justo por no olvidarlos, decidieron desalojar el lastre del pasado a fin de construir una convivencia razonable. ZP quiso hacer lo contrario y, en fin, tenía un abuelo. Pero, ¿qué tiene Garzón? No es que a mí me importe. Solo me intriga que sus fans se contenten con tan poco. Y, desde luego, las operaciones de propaganda requieren una elección cuidada de los personajes. Los maestros en esas artes, si nos los tenían, los inventaban. Con biografía y todo. Pero el pedigree antifranquista del juez es un triste folio en blanco. Ese expediente lo tiene limpio.

La edad no perdona. De su misma quinta y más jóvenes, los estudiantes concienciados militaban, simpatizaban o asistían, era lo mínimo, a una asamblea de facultad. Si había antifranquismo activo en alguna parte era en los campus. Uno se ganaba así, y muy a su pesar, un porrazo, una detención, una paliza, una estancia en la cárcel. O varias. Pero de las actividades contra la dictadura del joven Garzón nada se sabe. Estuvo en unos seminarios que no eran de los que organizaba el PCE para captar gente. No tenemos de él ni una carrera delante de los grises, que la tiene cualquiera. La única acción heroica que se le conoce ya corresponde al 23-F. La ha contado él mismo. En su primer juzgado, Valverde del Camino, se armó de unos prismáticos para observar el cuartel de la Guardia Civil del pueblo. Ah, y guardó unos papeles. Cauto a la vez que intrépido.

Es embarazoso que un héroe de la lucha antifranquista carezca de historial en esa lucha, teniendo edad, como tiene el juez. Yo propondría que se lo fabriquen. Invéntenle aunque sea una novia de la ORT, un concierto de Raimon, un ejemplar de Ruedo Ibérico, una ficha policial incluso, que no habrá forma de comprobarlo. Debería hacerse por la verosimilitud. Por las apariencias. Por el qué dirán. Ocurre, sin embargo, que salvo esos viejecitos a los que ha utilizado y engañado, y algunos pocos más, toda su claque cojea del mismo pie sobrevenido. A fin de cuentas, Garzón no representa la causa de la “memoria histórica”, sino la causa de los que no tienen nada en su “memoria histórica”. Han de hacer méritos ahora, cuando ya no tiene ninguno. Es su patética carrera en pos de los grises.

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