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Cristina Losada

Cuando falla la profecía

Ya se habrá olvidado, pero constatemos que la profecía no se cumplió. La profecía del PP de que Sánchez se iba a echar en brazos de Podemos.

Ya se habrá olvidado, pero constatemos que la profecía no se cumplió. La profecía del PP de que Sánchez se iba a echar en brazos de Podemos.
EFE

Ya se habrá olvidado, porque todo fluye, así que constatemos que la profecía no se cumplió. La profecía del PP de que Sánchez se iba a echar en brazos de Podemos, de que el siniestro pacto estaba hecho, firmado y a la espera de la ocasión, ha quedado en su lugar, que no era otro que el rincón del agit-prop. Era, hay que decirlo, un agit-prop de lo más extraño, porque al tiempo que los dirigentes del PP infundían el miedo a ese pacto y advertían a Ciudadanos de que Sánchez era un Judas dispuesto a dejarlos tirados, también le pedían al Judas que formara con ellos la gran coalición. A mí me parece raro que uno quiera gobernar con un tipo al que considera tan poco fiable, pero a lo mejor la rara soy yo.

Frente al pronóstico de que toda la izquierda se juntaría para hurtarle el Gobierno al partido más votado, lo sucedido muestra que la rivalidad entre el PSOE y Podemos prevalece sobre las afinidades. El bloque de izquierdas no es tal bloque, y en realidad no lo ha sido nunca: no a escala nacional. Los socialistas siempre se han aliado sin problemas con partidos a su izquierda en municipios y autonomías, pero han evitado reproducir esa combinación cuando se trataba del Gobierno de España. La ocasión en que se les ocurrió presentarse a las generales con un acuerdo de Gobierno firmado con Izquierda Unida tuvo un efecto disuasorio: fue la mayoría absoluta de Aznar, en el 2000. Ah, se esperaba entonces que aquella coalición electoral reportara gran ganancia en votos, como se esperan ahora grandes prodigios de la entente entre Podemos e IU.

La competencia entre el PSOE y Podemos tendrá oportunidad de dirimirse en la repetición electoral. Pero si el PSOE no aceptó un Gobierno con Podemos cuando tenía una posición dominante, aún estará menos tentado en el caso de que Iglesias consiga el sorpasso que tanto desea. En tal escenario, uno imagina fácilmente a Iglesias ofreciéndole la vicepresidencia a Sánchez en lugar de ofrecérsela a sí mismo, como hizo esta vez. Pero no se acaba de ver a Sánchez, o a quien lo reemplazara después del cataclismo, yendo de segundón en la casa común de la izquierda. Yo no lo veo. Es más, dado que la profecía falló, supongo que el PP no podrá hacer campaña con el mantra de que el PSOE pactará seguro, seguro con Podemos. Sin embargo, mira tú por dónde, ya la está haciendo.

En un acto con portavoces parlamentarios de su partido, en Alicante, el presidente Rajoy lamentó que haya que volver a las urnas, pero dijo que era el mal menor: "Es mejor repetir elecciones que un Gobierno a la valenciana". Igual hay que recordarle al presidente que si el PSOE hubiera querido un Gobierno "a la valenciana" lo habría hecho, y a estas horas no estaríamos camino del 26-J. Ese Gobierno de izquierdas no salió porque Sánchez, el Judas, y su partido no quisieron. Pero suele pasar. Cuando falla la profecía, los creyentes se siguen aferrando a ella. Aunque no la mantendrá el PP porque realmente crea en ella, sino porque quiere que crean en ella sus votantes y, sobre todo, sus exvotantes. Al menos, podía renovar los espantajos del agit-prop.

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