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Cristina Losada

El aniversario del autoengaño

Culpar a los políticos de la desunión a raíz del 11-M ha sido un exorcismo para rechazar el necesario ejercicio crítico y autocrítico.

Aparentemente hemos progresado. En este aniversario del 11-M, la opinión dominante ha consistido en culpar a los políticos de la desunión que siguió al atentado, mientras hace diez años la opinión dominante consistió en culpar del atentado al Gobierno. Igual hemos de felicitarnos por esta evolución, aunque no sin plena conciencia de que este giro interpretativo, que fue la corrección política de estos días, entraña una reescritura y un borrado.

La memoria tiene la particularidad de configurarse desde el presente. Así que no es nada extraño que en este aniversario se reorientara contra los políticos, ya ampliamente señalados como culpables de la crisis y tantos otros males. Búsquense si no los mantras más repetidos: los políticos dividieron a la ciudadanía, los políticos provocaron la fractura social, los políticos apartaron la atención de las víctimas y la enfocaron en las elecciones, los políticos utilizaron el atentado como burda materia de aprovechamiento electoral, el veneno de la política lo intoxicó todo.

Huelga decir que lo correcto fue referirse a los políticos en general, sin distingos, que queda mejor y como más objetivo, y no le pueden decir a uno que se le ve el plumero de la simpatía o el colmillo de la aversión, ni le pueden decir tampoco que no haya algo de razón en su alegato. Pero, con su miaja de verdad y todo, estas cómodas generalidades han servido para hacer una maniobra de evasión: para eludir la comprometida tarea de entrar en los hechos. Tanto se ha eludido, que hubo hechos de entonces, como las manifestaciones ante las sedes del PP, que desaparecieron por completo del relato de quienes muy vehementemente apuntaban a "los políticos" como causantes de la división.

Culpar a los políticos de la desunión a raíz del 11-M ha sido un exorcismo. No para expulsar nuestros demonios, sino para rechazar el necesario ejercicio crítico y autocrítico. Quienes lo practicaron han evitado así, conscientemente o no, es lo de menos, evaluar la reacción de cada partido aquellas jornadas de marzo, y evaluar la reacción de una sociedad ante un atentado que puso a prueba su capacidad de resistencia al terrorismo. La opinión dominante ha preferido pasar de puntillas sobre una realidad que escuece. Cuanto de malo hubo entonces fue por la conducta de "los políticos", y ya está, todos contentos, porque los unos no fueron mejores que los otros, y los ciudadanos, qué iban a hacer, se dejaron engañar y dividir. Este aniversario, me temo, ha sido el del autoengaño.

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