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Cristina Losada

El coste de discrepar

Hablar de nacionalismo excluyente resulta esclarecedor, pero es un pleonasmo. O es excluyente o no es. No concibe la pluralidad y empieza justamente por erradicar la pluralidad lingüística.

Mientras Félix Ovejero decía este lunes, en una conferencia del Club Faro de Vigo, que "discrepar dentro de una comunidad de dirección nacionalista supone un coste y nadie se atreve a contradecir ciertos códigos", una parte de ese coste caía sobre algunos de los que en Galicia disienten de lo que el profesor de la Universidad de Barcelona denominaba una ficción colectiva. Y es que cuando el integrante de Ciudadanos afirmaba que las comunidades dominadas por el nacionalismo son "fuertemente tribales", que en ellas "cualquier crítica es presentada como una provocación, una ofensa" y que "las discrepancias se traducen en exclusión u ostracismo", una pandilla acogida al abrigo de un periódico digital con asiento en la guía de comunicación del gobierno autonómico trataba de sabotear la labor de quienes se oponen a la imposición lingüística en la enseñanza.

La página web que recoge firmas para un manifiesto titulado Tan gallego como el gallego fue víctima estos días de varios ataques informáticos diseñados desde los foros de ArroutadaNoticias.com. El propósito era hundir la web disidente y así lo proclamaban: qué tal si afundimos a porcaria Tangallegocomoelgallego? Y uno de los primeros objetivos, borrar o boicotear las firmas allí reunidas, tal como, según decían, ya habían hecho en otros casos. No consiguieron ni lo uno ni lo otro. Posiblemente lograron que hubiera más visitas a la web atacada y más firmas para el manifiesto. Los habituales efectos imprevistos. Pero la incursión permite echar un vistazo a los vertederos del nacionalismo galaico. A esos márgenes de la tribu donde se vive siempre al borde de pasar a la agresión contra los discrepantes. Y se pasa con frecuencia. En esas zonas donde el fanatismo alimentado por el discurso de partidos, intelectuales y académicos de apariencia respetable, es decir, por el establishment erigido sobre la ficción nacional y el victimismo, estalla en pronunciamientos del tipo: "pena no fusilarlos a todos". O "son mierda y como mierda han de ser tratados". O "cumple arrancar esa mala hierba ya, de raíz".

Ya puede imaginar el lector que había otras perlas. Pero entre el basurero y la zona VIP las diferencias son de lenguaje. Unos parlan en fino y otros en soez. El rancho nacionalista siempre alimenta y engorda a las fieras. Fieras que pueden ser de poca monta al principio y altamente peligrosas después, como las de ETA y su entorno. Hablar de nacionalismo excluyente resulta esclarecedor, pero es un pleonasmo. O es excluyente o no es. No concibe la pluralidad y empieza justamente por erradicar la pluralidad lingüística. No concibe el espacio para el oponente y se apresta a amedrentarlo y eliminarlo. La libertad es su enemigo. El ataque contra la web de unos profesores y padres que hacen uso de su libertad para protestar contra un decreto del gobierno socialista-nacionalista, avalado también por el PP, es una muestra de hasta qué punto una voz disidente les inquieta y saca de quicio. Tan endeble intelectualmente es su constructo, tan frágil su poder. Sólo el silencio de los corderos lo mantiene.

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