Otra vez, el tema de los cojones es el gran tema político. Vuelve espoleado por los seis millones de razones y por el flemático "oído, cocina" del Gobierno. Por todo ello se reclama que le eche un par y se fustiga la cobardía. Para qué negarlo, el tema de los cojones siempre ha estado entre nosotros. Es tan nuestro que lo hemos exportado; véase lo mucho que se escribe "It takes cojones". Sí, fue un espejismo aquello de la feminización de la política que vendían los zapateristas. Igual funcionaba cuando había dinero, pero ahora que no lo hay se busca al macho alfa, que también puede ser mujer, desde luego. De ahí que el portavoz Alonso provoque risitas cuando encomia a Rajoy por su "sensibilidad". Ahora no, hombre; ahora, eso es de nenazas.
Hasta los socialistas, que trabajan mucho el lado sentimental y sensiblero, se nos están volviendo partidarios de alzar la voz y dar un buen puñetazo en la mesa. Le han propuesto al Gobierno un pacto nacional "para plantar cara en Europa"; o sea, un pacto nacional cojonudista para decirles a Alemania, a la señora Merkel y a la Comisión Europea "lo que tienen que oír", en expresión desafiante de la portavoz Rodríguez. ¡Estamos en ascuas! El PSOE quiere que Rajoy les cante las cuarenta a quienes mandan en Europa por eso de la austeridad sin crecimiento.
Vale, pues, pero ¿por qué no lo hacen ellos mismos con quien pueden? Sencillamente porque no pueden. No han podido convencer a sus buenos amigos, los socialdemócratas alemanes, de las bondades de abandonar la austeridad y estimular el crecimiento que predican en España. No han podido ni podrán. Para el SPD sería un suicidio electoral oponerse a la política de ajuste que Merkel propugna en la Eurozona. La política de ahorro, como la llaman para evitar el término austeridad, cuenta con el respaldo de tales mayorías en Alemania que ningún partido serio puede estar frontalmente en contra. Incluso Los Verdes insisten en la responsabilidad fiscal.
El PSOE sabe perfectamente que no hay puñetazo en la mesa europea que valga. Su pacto nacional para plantar cara a Merkel es una bravuconada para el consumo interno. Para satisfacer a un público que ya no está por el buen rollito, y quiere gestos contundentes. Hay demanda de machos alfa, sí. Se los busca también para destrozarlos.