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Cristina Losada

Europa existe y no existe

Cuando todo iba bien, sólo los especialistas prestaban atención a la UE. Ahora que todo va mal, ocurre prácticamente lo mismo. Y esto es un problema.

Cuando todo iba bien, sólo los especialistas prestaban atención a la UE. Ahora que todo va mal, ocurre prácticamente lo mismo. Y esto es un problema.

Cuando todo iba bien, sólo los especialistas prestaban atención a la Unión Europea. Ahora que todo va mal, ocurre prácticamente lo mismo. Y esto es un problema. Es un problema, desde luego, para los Gobiernos que han solicitado rescates y están aplicando programas de ajuste bajo la supervisión de la Comisión Europea y el resto de la troika. La mayoría de los ciudadanos siguen viendo a sus Gobiernos nacionales como agentes principales de la política económica y fiscal. Siguen pensando, de hecho, que sus Estados conservan la plena soberanía sobre esas materias. Así, tenemos una paradoja: Europa existe para los Gobiernos, pero es como si no existiera para los ciudadanos.

Vale. Nadie ignora que lo mollar de las decisiones económicas se negocia en el tablero europeo, pero a la hora de pedir cuentas todas las miradas se dirigen al Gobierno nacional. ¿Y a quién si no? Los Gobiernos nacionales responden al voto emitido en elecciones democráticas. Las directrices económicas que emanan de la UE son, en última instancia, el resultado de los tiras y aflojas entre los Estados. Todos ellos son democráticos y todos responden ante sus respectivos electorados. La crisis, con su brecha Norte-Sur, acreedores-deudores, abrió el conflicto entre el interés europeo común y los intereses electorales nacionales.

A la hora de diseñar su política económica y fiscal, el Gobierno de un país rescatado, sea total o parcialmente, no puede ignorar a Europa. Si la Comisión recomienda que se suba el IVA, que se eliminen deducciones al impuesto de sociedades y al impuesto sobre la renta o que se creen impuestos verdes, ese Gobierno no podrá escaquearse. No durante mucho tiempo. Podrá, como hizo de entrada Rajoy, cambiar una subida del IVA por una del IRPF, dada la campaña que había hecho el PP contra la subida del IVA de Zapatero. Para, al final, ay, subirlo de todos modos.

Cierto. Los Gobiernos nacionales son los malos que están más a mano: los que hacen recortes, suben impuestos, rescatan a bancos y fracasan en sacar al país de la crisis. Son los que pagan, de forma inmediata, en las urnas. Pero el proyecto europeo no deja de sufrir el desgaste. Al respecto, decía el filósofo Habermas en una reciente conferencia en la Universidad de Lovaina:

La Unión Europea debe su existencia a los esfuerzos de unas elites políticas que podían contar con el consentimiento pasivo de sus poblaciones más o menos indiferentes mientras pudieran apreciar que la Unión también favorecía sus intereses económicos.

La eurocrisis ha socavado esa legitimidad de la que disponía la UE por los resultados: por la prosperidad. De la indiferencia se está pasando a la hostilidad. Injustamente.

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