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Pues sí señor, va uno a la caza de la nécora y acaba en una caza de brujas. Uno de los dos cargos del PSOE de Muxía a los que pillaron practicando el furtivismo ha dicho que a él y a su compinche los han acusado sin pruebas y que la Xunta de Galicia y el PP han desatado contra ellos “una caza de brujas de carácter político”. Lo de “político” lo añadió por si hubiera dudas. Y podía haberlas, en efecto, pues si se cree su “historia”, el caso es de puro meigallo. Pescaron a estos señores con la parafernalia del furtivismo más descarado y ventajoso, que es el equipo de submarinista, junto a unos fardos con 3 kilos de nécoras y 6 de navajas, ¡y dicen que no hay pruebas! ¿Quién puso allí los sacos? Las meigas. ¿Quién metió a los mariscos en los sacos mientras ellos, incautos, buceaban por puro hobby naturalista? Las brujas, sin duda.

Pues esta historia increíble ha recibido en muchos periódicos de aquí el crédito suficiente como para que sea esa, la versión de los cazadores cazados, la que llegue al lector con el hálito de: ésta es la verdadera. ¿Crédito? No, no es que le den crédito. Es que la perturbación que ha causado el Prestige en las aguas periodísticas gallegas conduce a estos disparates informativos y éticos. Nada con el gobierno, todo con la oposición. Bajo ese lema marcha el grueso de la tropa, y hasta cuando ven una nécora robada por un furtivo, al que por lo visto no le preocupa la grave reducción de la biodiversidad que su partido denuncia como secuela del Prestige, apartan la mirada de lo evidente y le ponen alfombra roja a las excusas que el pícaro se inventa sobre la marcha.

Claro que si sólo fuera eso. Hablando de hogueras, hemos echado de menos algunos gallegos este verano que el celo profesional que la prensa mostró cuando la catástrofe del Prestige, no asomara ni el hocico ante los incendios en Extremadura, Cataluña y Andalucía. Y es que, caramba, cuando aquí tuvimos la desgracia vinieron como buitres, con perdón, a ventearla y durante semanas y meses las playas de Galicia –todas– fueron representadas por la que en el momento estuviera más negra. Y eso acaba molestando cuando uno ve con sus propios ojos que la playa negra es sólo una parte cada vez más pequeña de la realidad, y cuando piensa que un informador veraz, honesto, serio, debe dar cuenta de la realidad en su conjunto.

El fuego ha provocado un desastre ecológico, cuantiosos daños materiales y varias víctimas mortales. El Prestige no causó la muerte de nadie. Pero, ¿se han pedido responsabilidades a los gobiernos de las Comunidades en las que ocurrieron esos incendios? Si alguien las pidió, nadie le puso el micrófono ni la grabadora delante ni las portadas de los periódicos ni los informativos de radio y televisión a su disposición. Casas quemadas, hectáreas de bosque reducidas a cenizas, ¡muertos!, y no se ha montado ninguna “plataforma” para pedir dimisiones, no ha habido manifestaciones, en los balcones no se han colgado carteles contra los culpables de que esos incendios, que eran meros accidentes, se convirtieran en devastadoras catástrofes. Parece que todo el mundo ha apretado los dientes y ha afrontado con estoicismo la tragedia. No se podía evitar, así es la vida, estas cosas pasan.

El Prestige no. ¿Por qué? Por una sencilla razón: en Galicia gobernaba y gobierna el PP. En Extremadura y Andalucía, los socialistas y en Cataluña, los nacionalistas. Y es notorio que los socialistas y los nacionalistas no incurren en negligencias ni ineptitudes ni imprevisiones ni políticas irresponsables respecto, por ejemplo, al mantenimiento de los montes. Nada de eso les pasa a los del PSOE y CiU. Y tampoco se van de caza cuando se les queman los montes. Cierto que tampoco podrían cazar mucho en condiciones así. A menos que, como esos dos socialistas gallegos, se dedicaran a la caza de la nécora. ¿Y la prensa qué caza? La prensa sólo se dedica a la caza mayor, a la de sus brujas particulares.


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