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Cristina Losada

La rabieta de un vicealcalde

En la caótica papilla que entrega Cobo sólo se distingue el tono ofensivo contra el equipo de Aguirre. Hasta ha aprendido de los socialistas el estilo descalificatorio y trata de hilvanar analogías entre el PP y el nazismo o el fascismo.

Repaso varias veces la entrevista que ha causado revuelo y conmoción en el día que concluye. Habla un vicealcalde de Madrid y, aunque se trata de un cargo local, uno espera cierta sustancia. Si no, a cuento de qué le prestan dos páginas de un periódico para explayarse. Sin embargo, no he hallado, y le he puesto voluntad a la búsqueda, argumento político alguno en su "confesión". Por no encontrar, no he encontrado siquiera coherencia. El único hilo que de algún modo vertebra la perorata de Manuel Cobo es la rabia contra un grupo de dirigentes de su partido.

La rabia se vuelca como el vómito al que alude el susodicho en la entrevista. Una mala digestión y zas, todo sale revuelto, sin orden ni concierto. En la caótica papilla que entrega Cobo en El País sólo se distingue el tono ofensivo contra el equipo de Esperanza Aguirre. Hasta ha aprendido de los socialistas el estilo descalificatorio y trata de hilvanar analogías entre el partido al que pertenece y el nazismo o el fascismo. Y si, como es lógico entonces, uno se pregunta por qué sigue en él, la respuesta se llama Gallardón. Ni principios ni ideas ni valores. Cobo está en el partido por su completa (cien por cien) identificación con su directo y dilecto jefe.

Hay algún momento de la tormentosa confesión en el que parece que va a hablar de política, de algo, en fin, menos prosaico que las rencillas y luchas intestinas. Así, cuando asiente a la indicación del entrevistador sobre el intervencionismo de Aguirre. "Una cosa es ser liberal y otra muy distinta decirlo", afirma trastocando los términos. Pero Cobo no examina la gestión de la presidenta de Madrid a la luz de los escritos de Hayek o von Mises. No. La acusa de intervencionista porque interviene en decisiones que ha de tomar el partido. Aunque lo más gracioso es que, acto seguido, reclama la intervención de la dirección nacional del PP en Caja Madrid. Y lo hace envuelto en la bandera del patriotismo, doctor Johnson.

Con tanto ruido (y tan pocas nueces) pasará desapercibida la revelación más dura que ofrece la entrevista: siempre hay un político menos formado que el menos formado de los políticos.

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