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Cristina Losada

Ni un socialista

Junto a otros recuerdos de sumo interés de su paso por la sexta galería –morada de los "políticos"– ofrece un dato revelador: había militantes del Partido Comunista y de Comisiones Obreras, pero "por allí no apareció ni un solo socialista".

Es vox populi que España, bajo el franquismo, estaba llena de rebeldes, aunque no lo pareciera. Eran héroes silenciosos. Calladamente corría la mitad de ellos delante de los grises, mientras la otra mitad –y si no, al tiempo– penaba como preso político. Sólo quien escarbe en la hemeroteca verá surgir ante sus ojos un panorama muy distinto. Pero tan poco interés despierta el pasado –el auténtico– que ni el Ministerio de la Verdad ni su brazo judicial Garzón, han puesto a un Winston Smith a modificar noticias y fotos de la prensa de hace décadas.

O de hace días. Pues siempre hay alguna memoria no alterada que se cuela por una grieta y desbarata la fabulación. Es el caso de un inquilino de la cárcel de Carabanchel, que acaba de puntualizar una noticia sobre aquel presidio. Se decía en un diario que, en los años sesenta, la cárcel rebosaba de presos políticos y él precisa que, en 1967, no eran más de cuarenta. Junto a otros recuerdos de sumo interés de su paso por la sexta galería –morada de los "políticos"– ofrece un dato revelador: había militantes del Partido Comunista y de Comisiones Obreras, anarquistas, trotskistas, maoístas y etarras, pero "por allí no apareció ni un solo socialista".

Ni por allí ni por allá. Apenas hay quien recuerde a un socialista en el activismo antifranquista. Casi todos los que pueden presumir de "un pasado" lo vivieron bajo otras siglas. El brote de antifranquismo retrospectivo no persigue únicamente borrar las largas vacaciones del PSOE, pero esa ausencia explica el fanatismo de su empeño. La "memoria histórica" distorsiona la historia y desvirtúa la memoria a gusto del usuario. Ha puesto al alcance de cualquiera la posibilidad de inventarse el pasado heroico que no tuvo. Los socialistas de hogaño son los primeros necesitados de los efectos alucinógenos y placenteros de esa reescritura de la Historia.

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