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Cristina Losada

Ni vidente, ni clarividente

Las mentes que lo urdieron querían poner en el gobierno a un partido dispuesto a la cesión en todos los terrenos: interior y exterior, y ya lo han conseguido. No hay que preocuparse

Nosotros somos más listos. Los americanos, desde que les pillaron con la guardia baja el 11-S, han tenido que vivir bajo una alerta anti-terrorista que, a veces, obliga a los ciudadanos a pasar incómodos controles. Además, se vieron obligados a investigar qué demonios falló en los servicios de seguridad e inteligencia y en la política de los últimos gobiernos. Y la gente, que debe de ser tonta de remate, compra y lee el tocho que ha pergeñado la comisión bipartidista creada a petición de familiares de víctimas de aquellos ataques. En España no necesitamos ni alertas ni investigaciones trabajosas. Ya lo sabemos todo y estamos preparados. O eso ha venido a decir el fiscal general del Estado.
 
El señor Conde Pumpido no es un vidente y quizá no sea tampoco clarividente. Parece difícil escoger peor el momento para declarar que "con lo que hemos aprendido ya (sobre el 11-M) creo que podemos decir que algo de esta magnitud es irrepetible". Justo cuando en Cataluña se detenía a una decena de pakistaníes que podían haber estado preparando un atentado, siguiendo algunas de las pautas que precedieron a ataques del terrorismo relacionado con Al Qaeda. Y cuando no están listas las conclusiones del sumario, la Comisión parlamentaria no ha terminado su trabajo y no se tiene noticia de investigaciones sobre los errores de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia ante una masacre preparada con ayuda de unos confidentes.
 
Pero, además, sus declaraciones casan mal con el núcleo de las tesis que defienden el gobierno y sus altavoces sobre el 11-M. Si ha sido una célula del terrorismo islamista, o como dijo el ministro del Interior, "de base global interconectado en red internacionalmente", España sigue estando bajo la amenaza de quienes consideran nuestro territorio como el Al Andalus a recuperar y es temerario e irresponsable decir que no podrá repetirse un suceso como aquel. A menos que el fiscal crea que hemos hecho méritos suficientes con nuestra retirada de Irak y nuestro acercamiento a Marruecos y al mundo árabe, para salvarnos de ese terrorismo de estructura horizontal o desparramada, que dijo también Alonso. Un terrorismo cuyos atentados no precisan, por lo visto, de "autor intelectual". Pues hemos pasado de los múltiples "cerebros" del 11-M, a la idea de que no hay ninguno.
 
Siendo malpensados podemos, sin embargo, darle la razón al fiscal general: el 11-M es irrepetible, en efecto. Se planeó para alterar el resultado de las elecciones y no hubo detrás ningún cerebro de Al Qaeda, que ya quedamos en que no lo hay. Las mentes que lo urdieron querían poner en el gobierno a un partido dispuesto a la cesión en todos los terrenos: interior y exterior, y ya lo han conseguido. No hay que preocuparse.

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