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Cristina Losada

¿Prometió el PP bajar los impuestos?

Quien lea el programa que presentó el PP verá que muy cucamente no promete ninguna rebaja generalizada de la presión fiscal.

Quien lea el programa que presentó el PP verá que muy cucamente no promete ninguna rebaja generalizada de la presión fiscal.

Si tuviera dinero, cosa cada vez más improbable, montaría un chiringuito bajo el lema "Ni un dato sin comprobar". Un lema simple y algo tonto, es decir, a la altura de la situación a ese respecto. Una situación en la que, por ejemplo, se ha escrito y dicho miles de veces que el programa electoral del PP prometía bajar los impuestos. En alarde de cinismo célebre, soltó Tierno Galván que los programas electorales están para incumplirse. Puede. Pero ante todo están para no ser leídos, cosa que tampoco es de extrañar. Esos tochos resultan indigestos.

Quien logre sobreponerse a los efectos de esa prosa y lea el programa que presentó el PP verá que muy cucamente no promete ninguna rebaja generalizada de la presión fiscal. Ni en el IVA ni en el IRPF ni en el impuesto de sociedades. Ofrecía, sí, un poquito de por favor para el ahorro a largo plazo; otro poquito para las familias numerosas; unos alivios para las empresas de reducida dimensión; el IVA de caja; y hasta ahí. Menudencias y chucherías. Si uno todavía no se ha mareado y lee el programa electoral del PSOE comprobará que allí se censuraba la general y descocada bajada de impuestos que ofertaba "la derecha". Sólo que "la derecha" eludió poner la oferta por escrito.

Eludió ponerla por escrito, y eso dice algo. Dice que el programa del PP se elaboró desde el supuesto de que no podría reducirse la presión fiscal de manera significativa. Y se elaboró, por ir más lejos, desde el supuesto de que el PP en el Gobierno no podría ser coherente con el PP en la oposición: con el partido que vociferó contra las subidas impositivas, la del IVA y otras, aprobadas por Zapatero en sus dos últimos años; y con el partido que ya en campaña electoral, en mítines y entrevistas, dio a entender que no haría nada parecido.

El hecho de que en el programa, en el contrato con los votantes, tuvieran la prudencia de no mojarse no quita gravedad a la conducta. Hasta puede que la añada. En las campañas electorales, en la oposición, se vierte basura con gran alegría en la seguridad de que luego vendrá la escoba del tiempo. Pero el blablablá no siempre sale gratis. El populismo al que se entregó el PP desde aquel miniajuste de Zapatero, que fue lo único sensato que hizo el hombre, no ha dejado de pringarle. De haber leído su propio programa, igual hubieran sido menos bocazas. Aunque no sé cuál de las hipótesis es peor: que supieran lo que hacían o que no.

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