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Cristina Losada

¿Qué ha hecho Trump contra el yihadismo?

Este es un caso típico en que la retórica sustituye a la realidad.

Este es un caso típico en que la retórica sustituye a la realidad.
Efe

Cría fama y échate a dormir, dice nuestro refrán. Yo creo que es perfectamente aplicable al presidente Trump y sus actuaciones para acabar con el terrorismo yihadista. Porque su acción en tan crucial materia se circunscribe a lanzar tuits. Muy duros, sí. Muy contundentes. Muy en la línea de "Acabemos de una vez con esos bastardos". Muy críticos con los blandengues políticamente correctos, sobre todo si el atentado es en Londres, ya que entonces puede meterse con el alcalde. Pero, aparte de tuitear con ferocidad, ¿qué demonios ha hecho Trump contra el terrorismo que hoy lleva la negra bandera del ISIS?

Adelanto que, en mi opinión, Trump no ha aportado nada a lo que ya estaban haciendo los Estados Unidos de América. Pero me he propuesto examinar, por si acaso, su historial. El veto de entrada a refugiados e inmigrantes de varios países musulmanes fue una de sus primeras medidas estelares, cumpliendo una promesa electoral ligada a la amenaza terrorista. Los tribunales mantienen suspendida su orden, y ya veremos qué dice el Supremo. En cualquier caso, era una medida destinada a proteger a los Estados Unidos de la llegada de posibles terroristas extranjeros. No para lidiar con el terrorismo islamista autóctono, ni para proteger al resto del mundo: America First!

Otra de sus acciones tempranas consistió en un lanzamiento de misiles contra unas instalaciones militares sirias. Cierto, la guerra siria, junto al caos en Irak, permitió la extensión territorial del ISIS o Daesh. Podía uno suponer que Trump optaba por una política más intervencionista en Siria que la de Obama, y ello a pesar de que en campaña había prometido lo contrario, America First! y nada de meterse en líos por el mundo adelante. Pero los misiles fueron una represalia por un ataque sirio con armas químicas, a aquella acción no siguió una escalada, y además fue contra Asad, no contra el ISIS.

Su tercera gran actuación fue respaldar plenamente a Arabia Saudí y condenar a Irán, acusándolo de promover el terrorismo y extender la inestabilidad. Esto gustó mucho a los saudíes, que quedaron como los buenos de la película, pero resulta que los saudíes no son tan buenos y que los iraníes también están combatiendo al ISIS. El remate de este alineamiento con Arabia Saudí ha sido lo de Qatar.

Arabia Saudí y otros países árabes han roto relaciones con Qatar por viejas rencillas y porque mantiene relaciones estrechas con Irán, el principal adversario de los Estados suníes. Trump celebró la ruptura con un tuit, cómo no, en el que se atribuía el mérito y la consideraba un paso importante para acabar con la financiación de la "ideología radical". Sí, Qatar financia a grupos radicales en Siria, Libia y otros lugares. Pero Arabia Saudí también. Y en Qatar tiene Estados Unidos su centro de operaciones militares más importante en la zona. Ahora que ha empezado una ofensiva para recuperar Raqa, que es la capital del ISIS, no parece el momento más adecuado para enemistarse con aliados como los cataríes.

Hasta aquí llega mi recuento de las actuaciones de Trump que se pueden relacionar con algo parecido a una política destinada a combatir el yihadismo. No es que me parezcan pocas: no son nada. Nada relevante. No equivalen a una política. Ni buena ni mala. Algunas de ellas, como los misiles, son fruto de un impulso momentáneo más que de una estrategia. No digo que Estados Unidos no esté haciendo nada, sino que Trump sólo ha aportado unos cuantos follones diplomáticos. Y, sin embargo, ahí lo tienen: Trump reina en Twitter como si fuera el hombre providencial que necesitamos para dejar atrás las velitas y ponernos serios de una vez contra el terror yihadista.

Este es un caso típico en que la retórica sustituye a la realidad. En el que las exclamaciones y las interjecciones, y el aire de ser un tipo duro dispuesto a todo, uno de esos tipos que dan un puñetazo en la mesa, gritan ¡basta! y resuelven los problemas ipso facto, consiguen dar la impresión de que hacen lo que hay que hacer. Por eso, Trump sigue tuiteando como un poseso. Porque lo sabe. Bueno, supongamos que lo sabe. Sabe que a muchos de sus votantes, igual que a sus admiradores de aquí y de allá, les basta, de momento, con su personaje duro y combativo de los tuits para creer que tiene lo que hay que tener para fulminar a los terroristas. Pero hacer, lo que se dice hacer, nada.

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