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Cristina Losada

Rebajar y rebajarse

Deploran la "politización" los voceros del partido en el Gobierno al tiempo que le indican al tribunal qué desean que resuelva.

Entre el posado del Vogue y el de De Juana se encierra todo un programa de gobierno: el que oscila entre la frivolidad y la indecencia. Entre posar vestido con una toilette de modernidad de imitación, bisutería tan desgastada como malgastada en sus figuras, y posar desnudo sin intentar siquiera guardar las apariencias. Ya no les importa que se les vea el plumero. Más aún, lo agitan sin descanso, para que se vea bien. A fin de que hasta el más lerdo entienda que hacen lo posible, y lo imposible, para que un terrorista que asesinó a 25 personas, y no ha dejado de pertenecer a la banda, de reivindicar sus crímenes, de burlarse de las víctimas y de proferir amenazas, se libre de la cárcel y sea enviado a casa, a descansar. Mucho les urge que salga De Juana de su ficticia huelga de hambre. Harta necesidad tienen de enviarle a ETA el mensaje de que, si de ellos dependiera, lo ponían ahora mismo en libertad. Tanta, que están dispuestos a arrostrar el escándalo y la impopularidad. Pues si hay en estos momentos en España una causa impopular es la del sanguinario De Juana.

Como en otros trances similares, ha recaído en los dirigentes socialistas vascos el papelón. Perdidas las inhibiciones, no les importa subirse a la mesa para el striptease. Proclaman así que el terrorista ya cumplió por sus veinticinco asesinatos con sus 18 años a la sombra, que la nueva condena ha sido desproporcionada, que tienen la esperanza de que el Supremo la rebaje y que no conviene retroalimentar la "épica de la violencia". Desde luego, quienes no están para epopeyas son estos chantres. Su tiempo heroico pasó a la historia. Los bardos no cantarán su valor, sino su cobardía. Y su traición a lo que ellos presentaban, hace dos años y medio, como sus convicciones. Ya previó esta mutación, con la lucidez que confieren el sufrimiento y el conocimiento de ese material humano, la madre de Joseba Pagaza: haréis cosas que nos helarán la sangre. Y el invierno aún no ha acabado. Sin pudor se desnuda el socialismo gobernante para defender a un criminal despiadado y suplicar a ETA que le suelte unos billetes para ir tirando. O que no tire de la manta. Tanto les urge.

La campaña de blanqueo y humanización del tal De Juana se ha desplegado antes de la sesión del Supremo que ahora mismo deliberaba, como una presión nada sutil que desmiente todo ese alarde de inquietud por la "politización" de la Justicia que la acompaña. Deploran la "politización" los voceros del partido en el Gobierno al tiempo que le indican al tribunal qué desean que resuelva. Aunque hablar de politización es deliberadamente confuso. De lo que aquí se trata es de instrumentalizar a la Justicia para facilitar los proyectos del Gobierno, de usarla como hombre de paja. Y el proyecto consiste hoy en contentar a la ETA siendo indulgentes y complacientes con uno de sus más significados criminales. Consiste en pisotear las tumbas de sus veinticinco víctimas y las de todas las demás víctimas del terrorismo. Y consiste en ceder a un chantaje. De tal modo lo han aclarado los proetarras, cuya campaña de presión ha corrido paralela a la del Gobierno: la rebaja de la condena del presunto ayunador decidida por el Supremo se interpretará, por mucho condimento jurídico que le eche al asunto, como un rebajamiento ante el chantaje terrorista.

Tremendo dilema ése, que no preocupa a este gobierno. Ante la disyuntiva, no duda: rebajarse ante los terroristas es bueno y necesario. Más necesario que nunca. Y cueste lo que cueste. Como sea.

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