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Cristina Losada

Una cuenta suiza tapa a otra

Lo cabal es que, todos a una, los medios expongan de igual modo los trapos sucios, sean de quien sean. Pero eso sólo ocurre en Disneylandia.

El descubrimiento de que el extesorero del PP Luis Bárcenas llegó a tener hasta 22 millones de euros en Suiza ha hecho saltar de alegría a aquella prensa que denigraba los informes sobre las cuentas de la familia Pujol en bancos del mismo país. Cómo no. Una cuenta en Suiza tapa a otra y en el marcador de cuentas suizas, que pronto habrá que poner en España, ya tenemos un empate. Provisional, engañoso, lo que se quiera, pero en el efímero universo de los telediarios eso cuenta (valga la redundancia), y mucho. Desde la esfera del ideal, se verá lamentable que también en la prensa haya banderías cuando se trata de la corrupción política: lo cabal es que, todos a una, los mass media se empeñen en exponer de igual modo los trapos sucios, sean de quien sean. Pero eso sólo ocurre en Disneylandia

La libertad de prensa, la acción de la Justicia y la transparencia de las Administraciones son cruciales para disciplinar la corrupción. Cuanta más información se airee sobre los abusos de cargos públicos, más presión se generará para erradicarlos. Como dijo una vez un famoso juez del Tribunal Supremo norteamericano: "La luz del sol es el mejor desinfectante". Al bajar a la arena de nuestra realidad, se constata que la información puede ser instrumentalizada y sesgada, y hasta enlodar a personas que al cabo del tiempo –siempre demasiado– son absueltas por los tribunales. Estas guerras tienen sus daños colaterales. Quizá el más grave sea la entronización de la presunción de culpa.

Mientras la Justicia vaya a paso de tortuga, los tribunales mediáticos continuarán dictando las sentencias que en política son relevantes: las que emanan de la opinión pública. En tal situación, los partidos tendrían que actuar como el rayo jupiterino ante cualquier indicio de corrupción. La clásica dimisión a fin de preparar la defensa de las acusaciones es la salida digna y civilizada. Cuando no sucede, la sospecha se extiende: "Ah, le mantienen para que no tire de la manta". Cosa que podrá decirse del PP por haber sostenido a Bárcenas durante todo un año. De ahí al "están todos pringados" hay un paso que la opinión pública ya ha dado. Injustamente, sí, pero motivada por la visible renuencia a hacer limpieza de los partidos afectados.

Los partidos embarran el campo alegando conspiraciones insidiosas en su contra o, como CiU, contra Cataluña. Hasta ahora podían contar con cierto grado de tolerancia social hacia la corrupción, que ha tenido que existir para que floreciera con tanta exuberancia. Hasta ahora. La crisis está reduciendo esa tolerancia a cero.

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