El día en que Fernández de la Vega llamó "tenebrosos" a los curas y los jueces, apeló a la autoridad de un ministro británico, cuyo nombre no reveló, que le había ayudado a identificar a los "inmovilistas". El día aquel también dijo de la Vega que españoles y británicos teníamos "tradiciones y sistemas políticos muy diferentes". Y ahí sí que puede haber algo de cierto. Pues el gobierno laborista del que el ministro anónimo formaba parte, acaba de demostrar, de nuevo, su diferencia: ha nombrado como ministra de Educación a una mujer que pertenece al Opus Dei, Ruth Kelly.
Esta católica, experta en economía y finanzas, se opone al aborto, al matrimonio homosexual, a la eutanasia, a la investigación con embriones, y mantiene, en fin, posiciones conservadoras en todo aquello que al gobierno español, bajo el provinciano motto de "seamos la vanguardia mundial", le sirve para marcar distancias con la derecha y arrimar el ascua a las bolsas de votantes potenciales que Tezanos vislumbra por la izquierda.
A Kelly la ha nombrado Blair, de quien ya sostuvo Bono, antes de que pudiera imaginar que subiría al Alcázar, que era "gilipollas". Y debe abundar ese género en el Reino Unido, pues se habla de la señora como eventual futura líder del Laborismo. Los socialdemócratas anglosajones son desconcertantes para estómagos habituados a alimentos simples. En Nueva Zelanda se hicieron liberales. En Gran Bretaña se hacen de izquierdas los del Opus. Ni que a propósito para romperles los esquemas a doña Teresa, a las que bajo la bandera feminista acosaron a un vocal del CGPJ por ser opusino y ponerle pegas a una ley "pionera" en Europa, y a tantas y tantos otros.