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Cristina Losada

¿Y si declaran la independencia?

Cualquiera que haga creer que una declaración de independencia es una varita mágica que abre la puerta del País de las Maravillas, simplemente miente.

Cualquiera que haga creer que una declaración de independencia es una varita mágica que abre la puerta del País de las Maravillas, simplemente miente.

En ese reparto de papeles, poli malo, poli bueno, que se traen en Convergència i Unió, viene correspondiendo a Duran i Lleida el de aquellas abuelas que amenazaban con el coco a los niños para que no hicieran travesuras y le fueran obedientes. Por nuestro bien, o sea, para que sepa España a qué se expone si persiste en rechazar la pacífica, afable, dialogante e hiperdemocrática consulta separatista, Duran viene alertando de lo que puede ocurrir: cuidado, niños, porque habrá una declaración unilateral de independencia. Todos los nacionalistas mimosín lanzan la misma grave advertencia, dando a entender que ellos también están muy asustados por ese coco tan imponente. De ahí que supliquen a España que no se empecine en ser mala y arrogante y ceda aunque sea un poquito.

Igual por el fetichismo de los nombres, se piensa que basta una declaración unilateral de independencia (DUI) para que nazca un nuevo Estado. Sin duda, los secesionistas quieren que se vea de ese modo, y no sólo para meter miedo. También para persuadir al público, en especial al suyo, de que independizarse es un trámite tan sencillo como ir al notario para firmar la compraventa de un piso. ¡Qué digo! Mucho más fácil y placentero, pues aquí no habría de pagarse un euro. Sería gratis total. Y para mayor alegría ese trozo de papel contaría más pronto que tarde con el reconocimiento del mundo mundial, la ONU, la UE y todo lo demás. Ningún problema.

En este punto es cuando sacan del bolsillo la sentencia del Tribunal de La Haya sobre la DUI relativa a Kosovo. Sí, el mismo dictamen que vienen difundiendo con notoria y escandalosa falsificación. Téngase en cuenta que el reino de la fantasía no es incompatible con el mundo de la estafa; en este caso, uno y otro se necesitan y complementan. Pero quien desee disponer de una opinión informada sobre aquella sentencia y los efectos de una declaración unilateral de independencia la puede encontrar. Vaya al sitio Puerta de Brandemburgo, espléndida iniciativa de un grupo de profesionales, y hallará un esclarecedor análisis que pone en su sitio, esto es, en el mundo real, al temible coco con que amenaza el nacionalismo catalán.

Yo recomiendo la lectura del texto del catedrático Rafael Arenas, pero no me resisto a traer aquí un breve apunte de sus conclusiones. Primero, una DUI no es más que una declaración. No implica la efectiva independencia; no supone por sí sola el nacimiento de un Estado. Así lo comprobaron, por ejemplo, los estados sureños de EEUU que pretendieron la secesión entre 1860 y 1865. Segundo, la DUI no está prohibida por el derecho internacional, que era el asunto sobre el que se pronunció el Tribunal de La Haya en relación a Kosovo, pero el derecho internacional tampoco prohíbe que el Estado afectado por un intento de secesión tome las medidas adecuadas a su derecho interno para impedirlo. Tercero, la DIU sólo será efectiva si consigue que todas las administraciones presentes en el territorio acepten el nuevo orden legal que pretenden imponer con la declaración.

En el preciso instante en el que aprueben una DUI, los que la promueven dejan de estar integrados en el orden vigente. De hacerlo el Parlamento de Cataluña, ya no sería el Parlamento de Cataluña, que existe en virtud del ordenamiento jurídico español: sería un grupo de particulares que constituiría un órgano nuevo. Y ese grupo tendría que conseguir imponer su autoridad en un territorio y sobre unos ciudadanos que hasta ese momento estaban sometidos a otra soberanía. ¿Cómo lo harán? ¿Cómo controlarán fronteras, comunicaciones e infraestructuras? ¿Cómo convencerán a los funcionarios de las tres administraciones presentes en Cataluña? ¿Con el papelito en la mano? ¿Con canciones de Lluís Llach? ¿Por la fuerza? En fin. Cualquiera que haga creer que una declaración de independencia es una varita mágica que abre la puerta del País de las Maravillas, simplemente miente.

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