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Daniel Blanco

El Barcelona y su entorno

Piqué y Sergio Rico.
Piqué y Sergio Rico. | EFE

El domingo por la mañana, casi 24 horas después de la derrota del Barcelona en Sevilla, llamaron mi atención dos puntos de vista que se situaban, cada uno de ellos, en los polos más opuestos entre sí. Uno venía de TV3, la televisión autonómica catalana, que hablaba de recital ofensivo del Barça, de dominio brutal, de malísima suerte, del colegiado por no pitar un penalti a Luis Suárez por agarrón de Tremoulinas, de baño futbolistico.

Otro venía del diario El Mundo y del habitual lenguaje despectivo y chabacano que utiliza Julián Ruiz en sus artículos de opinión. En el de esta ocasión hablaba de un técnico "mediocre", Luis Enrique, de un ayudante "pobre", Unzué, de un jugador "esperpéntico", Munir, de un "deshecho de futbolista", Mathieu y llegaba a la conclusión surrealista que Sonny Anderson, aquel brasileño de finales de los 90, era mejor que Neymar.

Como suelo leer las lindezas de Ruiz en el periódico pero, evidentemente, no me provocan ninguna gracia y, claro, no voy a aprender de ellas (él debe saber que provoca y que sus artículos deben tener sólo ese fin porque de otra manera no me cabe en la cabeza que tenga una columna semanal) pues paso ya, completamente, de pretender que esto sea otra cosa. Que haya alguien que intente dar lecciones desde la falta de respeto, me harta.

Por supuesto ninguno de los dos puntos de vista me parece adecuado. Ni el más optimista de uno, ni el más pesimista de otro. El Barcelona jugó un gran partido el otro día en Sevilla, pero, sea por lo que sea, a todas luces fue insuficiente para puntuar. Claro que faltó suerte, claro que el equipo circuló la pelota muy bien setenta minutos, pero tuvo quince, los iniciales de la segunda parte, de lo más funesto para los intereses del club. En estos campos y en estas circunstancias también se pierden ligas.

Tampoco hay que tirarse al barro, bajar hasta las cloacas de la zafiedad para criticar un partido y extrapolar esta forma de jugar en este partido a lo sucedido en toda la temporada. Todo para que, como dijo Luis Enrique en rueda de prensa, parezca que hay sensación de que se quiere reventar el ambiente. No le faltaba razón al técnico.

Es verdad que sin Messi el Barcelona es otro y, como decíamos la semana pasada, la labor del técnico es que se note muy poco, que ya es difícil. Sucede que ha tenido mala suerte el Barça con la lesión de Iniesta, el pasado martes, porque te quita un centrocampista y, con la ausencia del astro argentino, hay que volver a jugar con Munir. Yo diré de éste que lo intenta, que no tiene suerte y que puede parecer que se ha quedado algo estancado. Pero todavía es joven. No diré nunca de él otra cosa.

Tiene tarea Luis Enrique en la labor de que Mathieu esté más concentrado en los partidos, en que Alves esté mejor y más para lo que se le pide porque Sergi Roberto de lateral viene fuerte. Se le pide a Luis Enrique que encuentre ese equilibrio urgente sin Messi y una buena idea puede ser Neymar retrasado a mediocampo. En Sevilla se vio en bastantes fases del partido y no fue del todo mal.

Debe saber Luis Enrique, también, salir vivo del laberinto que se empieza a formar sobre su persona y sobre el entorno. La relación con la prensa nunca fue buena, pero ahora empieza a ser irrespirable. Él, que lo ganó todo el año pasado, por supuesto con una plantilla exagerada, tremenda, digna de uno de los mejores equipos del mundo. Me empieza a dar la sensación que nunca fue bien visto. Él, porque no se hace querer y nosotros porque a veces somos especialitos. Eso sí, unos más que otros.

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