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Daniel Blanco

La vergüenza de Sevilla

Esto se acabará cuando el arreglo sea entrar en los puntos de competición en vez de en lo económico. A lo mejor en Sevilla no porque ya están aleccionados, o mejor dicho, ya están predispuestos por el carácter antideportivo de su delegado.

Hay ciertas cosas en el futbol que pueden conmigo. Un equipo puede hacer valer varias tretas como perder algo de tiempo con una falta, jugar más lento, controlar el balón de cara a ganar un partido... Pero lo que no puede hacer un equipo es lo que hizo el Sevilla en este último partido de Liga ante el Villarreal. Esa actuación de tirar balones desde la grada para cortar los ataques del equipo contrario da asco, elimina cualquier opción de coger simpatía a este equipo o cualquier otro equipo que lo haga.

Y digo esto último porque el Zaragoza hace dos semanas también lo hizo y casi peor, porque los balones llegaban, algunos, desde el banquillo de Javier Aguirre que, eso sí, dijo en rueda de prensa que todo esto daba vergüenza. Pero, ¡qué quieren que les diga! Lo hacen varios clubes. Sin embargo, el hartazgo de que lo hagan bastante más en Sevilla llega a calar en el aficionado neutral.

Es el Sánchez Pizjuan en el único campo donde yo he visto que el delegado, el ínclito Cristobal Soria, aleccione a sus recogepelotas para que no devuelvan balones, para que tiren éstos cuando ataca el rival, para que hagan teatro cuando un rival va a por un esférico. Eso hizo uno de ellos en una ocasión en la que Diego López fue a por una pelota. El chaval hace como si el portero le mata, y ha sido una de las imágenes del fin de semana, a la par que una de las más vergonzosas de este año.

Pero esto no tiene fácil arreglo. Esto se acabará cuando el arreglo sea entrar en los puntos de competición en vez de en lo económico. A lo mejor en Sevilla no porque ya están aleccionados, o mejor dicho, ya están predispuestos porque el carácter antideportivo de su delegado y de algunos miembros del club es sabido. Una vergüenza auténtica.

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