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Daniel Blanco

Mateu Lahoz sale indemne

Le gusta dejar jugar, pero en este clásico optó por más amarillas de las necesarias. Eso sí, en las jugadas polémicas actuó correctamente.

Le gusta dejar jugar, pero en este clásico optó por más amarillas de las necesarias. Eso sí, en las jugadas polémicas actuó correctamente.

Sin jugadas complicadas, algo que todo árbitro anhela en un clásico de este estilo, no se puede decir prácticamente nada de la actuación de Mateu Lahoz en el encuentro. Si acaso demasiado tarjetero, algo habitual en el colegiado valenciano que, sin embargo, aboga por dejar jugar. Casi las mismas tarjetas que faltas en el partido, lo que denota que en algunas ocasiones el listón es demasiado variable.

Es Mateu un árbitro que empieza a ser más protagonista que los jugadores. Se empeña en hablar muchísimo con ellos a la hora de enseñar una tarjeta, a la hora de señalar una falta y en ocasiones -la mayoría- no es necesario. Sobre todo en jugadas en las que el reglamento deja bien a las claras la tarjeta amarilla. Dos ejemplos rotundos los tuvimos en la amarilla a Luis Suárez, evidente por la patada a Pepe, de libro, que llevó a Mateu a estar casi un minuto hablando con el uruguayo. Otro ejemplo fue la amarilla a Dani Alves por obstrucción a Isco. Limpia y nítida la tarjeta, pero Mateu usó casi un minuto en encararse con el brasileño para hablarle y explicarle lo obvio de la cartulina. Innecesario.

Las dos jugadas más polémicas del partido las despejó bien. No fueron ni polémicas pero acabaron en gol, uno anulado al Madrid -bien- por fuera de juego de Cristiano y otro válido, el 2-1 de Luis Suárez que también fue acierto del colegiado. No hubo jugadas en el área ni tampoco brusquedades. Si acaso, las jugadas que reclamó más el Camp Nou que el propio Barcelona. Cuando Cristiano se revolvió contra Mascherano, nada de nada, y cuando Carvajal pugna con Neymar con evidente intención del delantero brasileño en forzar la segunda amarilla del madridista.

Se puede considerar un arbitraje aceptable el de Mateu con matices. Si fuera una nota, un seis. Un regular tirando a bien. Pasó el trago, que era de lo que se trataba, pero aprobó sin problemas.

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