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Daniel Blanco

Simeone y un dolor de cabeza

Diego Pablo Simeone se siente extraño últimamente. Preocupado, sin encontrar una fórmula que había significado el éxito en los últimos años.

Acostumbrado a encontrar la sinfonía perfecta, a que todas las teclas que tocase compusieran la melodía adecuada para el fútbol de su Atlético, Diego Pablo Simeone se siente extraño últimamente. Preocupado, sin encontrar una fórmula que había significado el éxito en los últimos años. El Cholo piensa que se está equivocando y las dos fechas que rondan en su cabeza, como una pesadilla, son el 23 de octubre y 5 de noviembre.

Esos dos días el equipo rojiblanco jugó en Sevilla ante el bloque de Sampaoli y en San Sebastián ante la Real Sociedad y, en las dos citas, a Gabi le acompañó Koke en el medio centro, un jugador más ofensivo que lo habitual en esa posición sagrada para el técnico argentino. El resultado, dos derrotas. Es el aspecto negativo, por encima del positivo que dice que con el madrileño en esa posición cabe Carrasco en el equipo, tiene sitio Saúl y, por supuesto, son indiscutibles Griezmann y Gameiro. El equipo juega más al ataque, que no mejor. Contenta a unos, desagrada a otros y decepciona a sus seguidores. Los soldados que siguen como fanáticos al técnico se sienten mal por el cambio que ha tomado su líder.

Es como si la crítica le hubiera vencido, como si alguien hubiera aconsejado al Cholo algo que a él no le acaba de convencer. Escucha a muchos de sus ayudantes, aunque la decisión la tome él, como máximo responsable. Quizá sea el secreto de un equipo que lleva trabajando juntos bastante tiempo. En los dos primeros partidos de Liga, ante Alavés y Leganés, Simeone optó por el doble pivote defensivo, hermético. Entonces estaba aún Augusto, muy del agrado del míster. No cabían todos en el ataque y los dos empates no convencieron a muchos. Entonces salieron los que le pedían jugar más arriba, enfrentados con los que le sugerían que se mantuviera fiel a sus principios. El equipo goleó en Vigo y al Sporting, convenció en Barcelona, avasalló el Dépor y maravilló en Valencia. En esos encuentros jugó más arriba, contó con un Saúl súper poderoso que le permitía a Koke jugar al lado de Gabi, más tranquilo.

Pero llegó la lesión de Saúl con la selección y entonces el Cholo bordó el futbol ante el Granada con Koke, Gabi y Nico Gaitán en el medio, más los tres de arriba: Griezmann, Gameiro y Carrasco. Pero en la rueda de prensa mandó un mensaje: "Me río de los que dicen que jugamos más ofensivos". En Sevilla, una semana después, a él le pedía el cuerpo otra cosa en el Sánchez Pizjuán. Le pedía ser el Cholo de siempre, más con un campo lluvioso, en el que el medio campo iba a ser muy importante. Le pedía el cuerpo fortificar el partido y llevárselo a su terreno, quizá con Tiago al lado de Gabi. Quizá con Koke más adelantado y, a lo mejor, con Carrasco en labores más de medio que de delantero. Pero sacó el mismo equipo. Derrota.

Sufrió algo con el Málaga, aunque sacó el partido adelante, pero volvió a caer en San Sebastián. Otra vez en rueda de prensa, un mensaje encriptado pero sin dejar nada en el alero. "Nos cuesta un poco fuera de casa últimamente", señaló. Dicen quienes le conocen mejor que nunca más le volverá a pasar, como haciendo ver a los suyos que se han equivocado en estos partidos.

Ayudan a descifrar lo que ha sido el Atlético estos años, las palabras de Gabi al final del partido de San Sebastián. "Koke de mediocentro nos da más fútbol, más brillantez, pero nos quita seguridad defensiva", un mensaje casi crucial para el Cholo, que toma nota. O nos equivocamos mucho o no volveremos a ver un equipo así nunca más en la temporada.

El sábado día 19 viene el Real Madrid al Calderón. Será el día que veamos, quizá, un cambio. Es decir: puede que nos encontremos con un Atlético nuevo, pero eso sería ver a un Simeone cambiado, como aceptando algo que va contra natura, que es contrario a sus ideales. Como dando por sentado que cualquiera le puede decir algo a un líder de masas. Y eso no lo va a permitir tan fácil Simeone. Estaríamos hablando de una pequeña derrota para un técnico muy constante. Un fracaso para un tipo como el Cholo.

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