Menú
Daniel Blanco

Un fin de semana triste

Gaspar Rosety.
Gaspar Rosety. | Archivo

La radio era algo innegociable en mi infancia, también en la adolescencia. Los domingos de furor, de partidos reales pero que tenías que dibujar en tu imaginación. De goles cantados, de emociones excitantes. La radio era todo, aquellos domingos por la tarde. Y de ese transistor, además de la voz inconfundible de José María García, aparecía él, el mejor narrador que ha habido nunca. El encargado de transmitirte todo, desde el campo hasta el salón de tu casa. Mi referente a finales de los 80 y principios de los 90 era Gaspar Rosety.

Gaspar se ha ido este fin de semana y se ha ido para siempre. Su corazón, que le había dado ya varios disgustos, no funcionó más. Se complicó todo por una caída letal que le provocó un derrame cerebral unido a una parada cardiorespiratoria. Gaspar ingresó el viernes por la mañana en el 12 de octubre siendo carne de cañón. La madrugada del domingo se confirmó la peor de las noticias. Me queda de Gaspar Rosety todo. Me queda su voz, sus goles, su amabilidad en las dos veces que pude coincidir con él, su disponibilidad las tres veces que le llamé por teléfono para concertar una entrevista con el entonces presidente del Real Madrid Ramón Calderón. Él, como jefe de medios del club, era todo amabilidad.

Incluso me queda su llamada de teléfono, allá por verano de 1999. No la atendí yo, fue mi madre quien conversó con él. Gaspar llamó para agradecer un curriculum enviado por mi parte para trabajar con él en la redacción de deportes de Radio Voz. Fue amable, cariñoso. Tanto que se disculpó, con su tono rotundo, por no poder satisfacer mis deseos. "Estaría encantado de que Daniel trabajara con nosotros", le dijo a la Señora Pineda, muy atenta y perpleja al otro lado del hilo telefónico, “pero no puede ser. Estamos completos y ahora no estamos en proceso de selección. Es una lástima”. Luego Rosety me llamó personalmente y me repitió lo mismo, no sin cierto reparo en su voz. Gaspar era así. Si había algo que le fastidiaba en el mundo era no poder ayudar.

Luego supe que Radio Voz se moría. Sólo le quedaban un par de meses. El mismo Rosety emprendió en septiembre de aquel año una aventura en Onda Cero. No había opciones reales de contratación pero, más allá de eso, existía un deseo en él de no defraudar a un redactor aceptándole en el puesto, para luego tener que decirle que se iba a la calle. Todo bondad.

Y en este lunes me sale este artículo cuando tenía que hablar de algún aspecto de la jornada de Liga. Me lo van a perdonar, pero Gaspar era la Liga. Cómo no iba a ser aceptable escribir sobre Gaspar si por él me enganché a esto. Si todo lo que escuché de pequeño y de menos pequeño fue a él con su "Zaramagia" refiriéndose al Zaragoza en la Recopa de París, a él con su “Gardel, me vas a matar” cuando Esnaider marcó el primero de aquella final. Los gorgoritos narrando el gol, los potentes gritos hasta finales de los ochenta, los menos fuertes a mediados de la década de los 90, afectado ya por dos infartos que le habían avisado y muy seriamente.

Pienso ahora en García, en Javier Ares, en Angel González Ucelay, en Agustín Castellote, en Alfredo Martínez y en miles de contemporáneos de radio. Todos, me imagino, destrozados este fin de semana. No es para menos. A mí se me ha ido un referente. A ellos un compañero. A todos se nos ha ido Gaspar Rosety, en mayúsculas. Y en esta jornada perdonen el cambiar en estas líneas algo en especial de la Liga, por alguien muy especial.

En Deportes

    0
    comentarios