Menú
Daniel Pipes

La guerra siria podría estabilizar la región

Por terrible que sea el coste humano de la guerra civil siria, su impacto a largo plazo hace que Oriente Medio pueda convertirse en un lugar menos inestable.

Por terrible que sea el coste humano de la guerra civil siria, su impacto a largo plazo hace que Oriente Medio pueda convertirse en un lugar menos inestable.

Los desplazamientos de población como consecuencia de la guerra civil siria, que ya dura cuatro años, han cambiado profundamente Siria y sus tres vecinos de lengua árabe: Irak, el Líbano y Jordania (Turquía e Israel también han cambiado, pero en menor medida). Resulta irónico que, en medio de la tragedia y del horror, con poblaciones que tratan de adaptarse a las brutales exigencias del nacionalismo moderno, los cuatro países mencionados se estén volviendo algo más estables. Ello se debe a que el conflicto bélico ha hecho que grupos enteros de población pasen de ocupar un status de minoría étnica a otro de mayoría, lo que los anima a agruparse con sus semejantes.

Antes de considerar cada uno de los países, examinemos algunos antecedentes generales:

En primer lugar, Oriente Medio es, junto a los Balcanes, el lugar del mundo con la mezcla más compleja e inestable desde los puntos de vista étnico, religioso, lingüístico y nacional. Ahí, las alianzas transfronterizas complican profundamente las políticas locales. Si los Balcanes fueron el detonante de la Primera Guerra Mundial, Oriente Medio bien podría hacer estallar la Tercera.

En segundo lugar, las tensiones históricas entre las dos principales sectas musulmanas, chiíes y suníes, se habían atenuado mucho antes de que el ayatolá Jomeini subiera al poder en 1979. Desde entonces, debido a la agresión de Teherán, se han recrudecido de nuevo.

En tercer lugar, al trazar la mayoría de las fronteras de la región, las potencias imperialistas europeas ignoraron prácticamente la identidad de los pueblos que habitaban en Oriente Medio. Se centraron en los ríos, puertos y demás recursos que servían a sus intereses económicos. El resultado es el actual embrollo de países creados prácticamente al azar (por ejemplo, Jordania).

Finalmente, los kurdos fueron los principales perdedores hace un siglo; al carecer de intelectuales que pudieran defender su causa, se vieron divididos entre cuatro Estados diferentes, y perseguidos en todos ellos. Actualmente están organizados para lograr su independencia.

Volvamos a Siria y a sus vecinos árabes (y de acuerdo con el artículo de Pinhas Inbari Demographic Upheaval: How the Syrian War is Reshaping the Region ["Revolución demográfica: Cómo la guerra siria está cambiando la región"]):

Siria e Irak han pasado por experiencias sorprendentemente similares. Tras la desaparición de unos monstruosos dictadores (en 2000 y 2003, respectivamente), uno y otro se han dividido en las mismas unidades étnicas: árabes chiíes, árabes suníes y kurdos. Teherán domina ambos regímenes, de orientación chií, mientras que diversos Estados de mayoría suní (Turquía, Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Qatar) respaldan a los rebeldes suníes. Los kurdos se han mantenido al margen de las guerras civiles árabes para erigir sus propias regiones autónomas. Dictaduras antaño ambiciosas actualmente apenas son capaces de unas políticas exteriores funcionales. Además, la centenaria frontera entre Siria e Irak en buena medida ha desaparecido.

– Siria: la parte del país que aún es controlada por Bashar al Asad se está volviendo más chií. Se calcula que la mitad de la población de antes de la guerra (22 millones de habitantes) ha tenido que abandonar sus hogares; es poco probable que regresen los tres millones de refugiados –mayoritariamente suníes– que huyeron del país, debido tanto a la incesante guerra civil como al hecho de que Asad les haya retirado la ciudadanía. Parece que el régimen también ha reducido intencionadamente su control sobre el área próxima a la frontera con Jordania para animar a los suníes a huir. Los informes señalan que, en lo que sería otro ardid para incrementar la población chií, ha acogido y reubicado a cerca de medio millón de chiíes iraquíes, a algunos de los cuales se les ha concedido la ciudadanía siria.

– Irak: la guerra civil siria proporcionó al Estado Islámico (o Estado Islámico de Irak y el Levante) la oportunidad de trasladarse a Irak y apoderarse de ciudades como Faluya o Mosul, lo que provocó un éxodo de no suníes (sobre todo chiíes y yazidíes) y una reorganización del país según criterios étnicos. Dada la mezcolanza de población, sobre todo en la zona de Bagdad, llevará años –o incluso décadas– que los sectores se estabilicen. Pero el proceso parece inexorable.

– El Líbano: los suníes se están volviendo más poderosos y haciendo retroceder la influencia iraní. El millón de nuevos refugiados suníes procedentes de Siria constituye ahora el 20% de la población, lo que prácticamente ha supuesto duplicar la comunidad suní. Además, Hezbolá, la organización chií predominante en el país, está descuidando sus propias bases y pierde influencia doméstica al estar combatiendo en Siria por cuenta del régimen de Asad.

– Jordania: la reciente entrada de refugiados sirios sigue a una oleada anterior de refugiados iraquíes (prácticamente un millón). Entre ambos grupos han disminuido el porcentaje que suponen los palestinos, hasta tal punto que éstos ya no constituyen la mayoría de la población, un cambio con grandes implicaciones políticas. Para empezar, ello reduce la potencial amenaza palestina a la monarquía hachemita. Por otra parte, socava el argumento de "Jordania es Palestina" que defienden algunos israelíes.

En resumen, Irak y Siria están descomponiéndose en sus elementos constituyentes religiosos y étnicos, el Líbano se está volviendo más suní y Jordania menos palestina. Por terrible que sea el coste humano de la guerra civil siria, su impacto a largo plazo hace que Oriente Medio pueda –potencialmente– convertirse en un lugar menos inestable, menos susceptible de desencadenar la Tercera Guerra Mundial.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios