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El juez de Los Ángeles Stephen Wilson ha dado un espaldarazo notable a los nuevos sistemas para intercambio de ficheros, vulgo programas de pirateo, en un fallo anunciado este viernes. Ha decidido absolver a las compañías responsables de los programas Grokster y Morpheus, debido a que no alojan en sus ordenadores las listas de los archivos que intercambian sus usuarios y, por tanto, no pueden ser culpadas por lo que hagan al contrario de lo que se dictaminó con Napster. Se ha basado en el dictamen del Tribunal Supremo que exculpó a Sony de las posibles grabaciones ilegales que sus usuarios pudieran hacer con sus aparatos de vídeo Betamax.

En el caso de la compañía adquirida por Berstelmann, los usuarios necesitan bajarse de la red un programa llamado, sorprendentemente, Napster. Una vez instalado en el ordenador, este programa se conecta con un servidor de dicha empresa y le comunica qué archivos de música quiere compartir de entre los que se encuentran en su disco duro. El servidor toma nota de ello y da permiso al usuario para que busque y descargue los archivos que desee.

En cambio, en los sistemas de Grokster y Morpheus, así como en el caso de la práctica totalidad de las redes de intercambio de ficheros actuales, no existen esos servidores centralizados. Son llamadas redes entre iguales o peer-to-peer (P2P). Entre los ordenadores conectados, hay muchos funcionando como clientes y algunos como servidores. Pero incluso dentro de estas redes hay distintos tipos. En la más "pura", la que emplea GNUtella, todos los conectados a la red tienen esta doble función. La red de los acusados emplea un sistema mixto, en el que sólo los ordenadores más capacitados actúan también de servidores. Por último, en el popular sistema de la red eDonkey - eMule, aunque cualquiera puede tener un servidor en su casa, es necesario ejecutar un programa específico para ello.

Sin embargo, aunque los creadores de dicho software parece que se librarán del castigo, los responsables de las discográficas tienen ahora otro objetivo: los propios usuarios de esos servicios. En un fallo del jueves pasado, un juez ordenó al ISP Versión a dar los nombres de dos de sus clientes, sospechosos de haber ofrecido música para descargar. Tomando medidas contra personas individuales, esperan poder asustar al resto. Lo que ignoro es si habrán calibrado la reacción de la opinión pública ante esta táctica, porque quizá les vaya a salir la factura más cara de lo que piensan.


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